capítulo 10.

2 0 0
                                    

Dar vergüenza ajena es un trabajo a tiempo completo. Y lo sé porque yo lo hago y definitivamente no tengo descansos. Soy gimnasta, trabajo en Vinyl Prix y cuando me sobra tiempo me aseguro de perder la poca dignidad que me queda.

El viernes, frunzo el ceño cuando Xander aparece en el gimnasio. Seguía dándole a las barras a pesar de que LeBlanc nos había dado un descanso, pero ver a mi compañero de trabajo me obliga a parar. Me resulta demasiado gracioso verlo aquí, tan fuera de su elemento.

Sacudo el polvo blanco de mis manos mientras me acerco hacia él.

—Oye —empiezo, alzando las manos—, si querías añadirme horas extra, me lo podías haber dicho por mensaje.

Él deja caer los párpados.

—No estoy aquí por ti. ¿Sabes? Eres un tanto egocéntrica, amiga mía.

—Eso me dicen.

Parece estar a punto de irse a otra parte cuando visualizo a Mac a lo lejos. ¿¡Mac?! ¿Qué hace aquí por la tarde? Creía que sólo tenía turno de noche. No lo había visto desde que vine a entrenar por la noche semanas atrás y realmente esperaba tener mejor aspecto a la próxima. Sin embargo, soy el mismo cuerpo sudado y asqueroso.

Detengo a Xander cogiéndolo por el brazo. Intercalando mi mirada entre él y Mac, comienzo a reírme como una loca. Empujo un poco a Xander con la mano y exclamo:

—¡Estás loco!

He conseguido captar la atención de Mac, que ahora observa la escena mientras friega el vestíbulo. Xander, en cambio, me mira con desconcierto y desdén.

—Chica, ¿pero qué haces?

—Tú finge que acabo de decir algo muy gracioso.

En su lugar, me mira como si fuera un moco en la nariz de alguien. Entonces gira la cabeza y pronto se da cuenta de lo que está pasando. Mac vuelve a lo suyo, con discreción, pero yo sigo enrollándome las puntas del pelo. Xander me mira sin dar crédito.

—¿Estás intentando poner celosa al conserje?

—Es mi ex —aclaro—. Mac. Ahora tiene novio.

—Ohhh. O sea que le gustan los chicos, ¿no?

—Ajá.

Asiente con la cabeza antes de decirme, conteniendo una risa:

—¿Y qué te hace pensar entonces que se va a creer por un solo segundo que a mí me gustan las mujeres?

Frunzo el ceño.

—Oye, podría ser.

La expresión de Xander se vuelve seria de repente.

—¿Qué estás diciendo, que parezco hetero? Insúltame otra vez y te quedas sin trabajo.

Suelto una risa que es más bien aire y niego con la cabeza.

—¿Y qué haces aquí? Cuéntamelo antes de que mi simpatiquísimo entrenador me chille.

Como si lo hubiera invocado, LeBlanc aparece en el gimnasio de nuevo. Lleva sus características gafas sobre la cabeza, pero se está poniendo el abrigo.

—Chicas, hoy termino el entreno un poco antes —anuncia—. He quedado con mi novio y su hijo para cenar.

—¡Páselo bien, entrenador! —grita una de las chicas.

Entonces este mira a Xander, y le pregunta:

—¿Estás listo? ¿Vamos a por tu padre?

Yo abro los ojos como platos. Tal y como en un partido de tenis, paso mi mirada de LeBlanc a Xander, de Xander a LeBlanc. Así durante al menos unos diez segundos. El más joven me sonríe con todos los dientes, más que divertido por la situación.

—Lo decía en serio —clarifico, haciendo un ademán—. Es muy simpático.

LeBlanc me mira como si no entendiera ni le importara el sinsentido del que estoy hablando, y Xander ríe con ganas, despidiéndose con la mano.

—Adiós, Nova.

Contemplo la escena con los ojos entrecerrados. Luego suelto una risa para mí misma, y voy a recoger mi bolsa. En serio, a veces tengo que recordarme que la gente tiene... vidas, y eso.

Me dirijo a la salida bebiendo de mi botella de agua como siempre hago: dejándola caer desde bien arriba hacia mi boca. Es la mejor forma. En cuanto veo a Mac acercándose, sé que debo hacer mi movimiento. Parte del agua se me cae en el pecho, accidentalmente. Sonrío fingiendo vergüenza.

—Qué torpe soy.

Él ríe con el ceño fruncido y me tiende un trozo de papel.

—Aquí tienes, patosa.

Mi cara pasa a no tener expresión alguna. ¿En serio? Me limpio por encima del top, amargamente.

—Con que tu novio es el hijo de LeBlanc, ¿eh? Qué callado te lo tenías.

Tardo en procesar de qué demonios está hablando. Entonces una bombilla se enciende en mi cabeza y mis ojos de salen de sus órbitas. West, ese novio falso que me inventé. Se piensa que Xander es él.

Río un poco, arrugando el papel.

—Sí, sí. Bueno, hijastro, en realidad.

Él asiente, casi impresionado.

—Vaya. No me imagino las comidas familiares.

Lo miro con los párpados caídos. Sé perfectamente lo que está haciendo cuando añade:

—A ver si me lo presentas un día, y quedamos todos juntos como dijimos. Ya sabes: West, Jake, tú, yo...

—Sé a quién te refieres con "todos" —le aseguro. Él se aguanta la risa—. Pero... no sé yo. West no es muy sociable, ¿sabes? No, es bastante tímido, en realidad.

Entonces Xander reaparece por la puerta y en cuanto me ve me da un manotazo en todo el culo que me levanta de mi sitio. Abro mucho los ojos, conteniendo mi furia.

—¿Qué pasa, nena? Me dejaba el móvil —me "informa". Mac aprieta los labios, asintiendo, y Xander le señala como si acabara de reparar en su presencia—. Tú debes ser Mac, ¿no? Nova habla mucho de ti.

Rio entre dientes.

—No es verdad.

—Constantemente—insiste Xander, y le doy un empujón que casi lo tira al suelo, entre risas. Mac observa su tropiezo con preocupación.

—Y tú debes ser West —adivina el último. Xander le atrae en uno de esos saludos de colegas, golpeándole en la espalda y haciéndole perder el equilibrio. Mac se ríe, divertido de veras. Entonces señala su mono azul—. Normalmente no visto así.

—Me da igual, no sé nada sobre moda y sólo me ducho dos veces a la semana. El sudor es mi colonia.

Claramente le está divirtiendo mucho fingir que es un macho heterosexual. Y para qué mentir, lo ha clavado. Mac asiente con lentitud.

—Va...le. Bueno, tengo que volver al curro pero le estaba diciendo a Nova que deberíamos juntarnos todos un día, vosotros y mi novio y yo. Aunque ella ha dicho que eso no te va mucho, así que...

—¡Esta Nova, qué sentido del humor más raro tiene! —exclama Xander, despeinándome toda la coleta con su nudillo. Me aparto el pelo de un soplido—Cuando nos digáis, allí estaremos.

Mac sonríe satisfecho.

—Genial. Nos vemos pronto.

Cuando ya ha desaparecido, me giro hacia Xander, desconcertada.

—¿"El sudor es mi colonia"? ¿En serio?

Me señala mientras se aleja, de vuelta al coche con LeBlanc.

—Necesito libertad creativa, Nova. ¡Hasta mañana!

Tomad mi consejo: tener un novio falso es peor que no tener novio en absoluto.

InfameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora