𝗧𝗪𝗢

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Tengo un problema para despertar, jamás he sido una persona fácil respecto a las horas de sueño y por lo general duermo más de lo normal como mi padre. Al parecer por mi parte, tener cuatro tipos diferentes de dones corriendo por mi cuerpo hacen que esté se cansé de una manera muy rápida; pero papá no tiene una explicación, solo es flojo.

¡Nozomi! ¡Wake up!

La voz de Hizashi me retumbó en los oídos, asomé mis ojos por el borde de la cobija y le miré de mala manera por molestar mi sueño. Él se me acercó lo suficiente y me picó la frente con un dedo.

¡C’mon wake up!

Di un quejido en lo alto, levanté la cabeza para tomar mi almohada y lanzarla directo en su rostro, le dio, pero él uso la almohada para empezar a darme almohadazos aún en la cama.

—¡Arriba! ¡Ya es tarde!

Metí un grito frustrado y estiré mi brazo a mi reloj para ver la hora, al ver los números mi gesto se convirtió en uno aún más disgustado y observé a Hizashi con una mueca.

—¡Son las cinco de la mañana! ¡Las clases empiezan a las ocho!—reclamé poniendo mi reloj frente a su rostro, él chasqueo la lengua y tomó el reloj para colocarlo nuevamente en su lugar.

—Eres hija de un maestro, si quieres que te llevemos más te vale levantarte.

—Estoy muy segura de que mi papá no se ha despertado.—balbuceé al sentarme a la orilla de la cama.

—Pues no, pero quiero que lo despertemos con un susto. Por eso te desperté primero.—explicó él.

Alcé la mirada y lo pude ver con más claridad, llevaba ropa de civil y el cabello suelto, sus manos estaban en su cintura y sonreía ampliamente.

—Bueno, creo que eso me gusta.—dije para después sonreír y levantarme.

Ambos salimos de mi habitación sigilosamente para ir a despertar a mi padre, al abrir la puerta apenas y podíamos ver con la oscuridad que daban las cortinas negras, lo único que resaltaba era la bolsa de dormir amarilla de mi papá.

—Uno… dos…—empezó a contar Hizashi.

Detuve mis pasos cuando oí un crujido detrás de mi, de inmediato supe que mi padre ya nos estaba esperando. Me quedé de pie y en un segundo la puerta se cerró de golpe sordo.

—Tres.—oímos a nuestras espaldas.

Hizashi gritó a niveles solo audibles para los canes, yo extendí mis brazos cuando mi querido tío asustadizo saltó como una damisela en peligro y se aferró como un panda por el miedo.

—Eres una nenita.—quejó mi papá después de encender la luz del cuarto.

—¿¡Yo?! ¿¡Nenita?! Que va, era un grito de guerra, solo los machos lo hacen.—mi gesto se frunció al oír esa mentira de niveles bíblicos.—¿Verdad Nozo?

Intercale la mirada entre ambos y después solté a Hizashi, él cayó dando otro grito.

—Ya veo, esto lo planearon los dos.—dijo mi papá.

—Podria decirse que en un ochenta veinte.—balbuceé en respuesta

—Eso te pasa por tener la llave de mi casa.—finalizó mi papá para abrir la puerta del cuarto y salir.

Hizashi lo siguió por el pasillo dando de a gritos como si fuera una esposa enojada con su marido. Yo me asomé por la puerta y negué con la cabeza mientras los oía gritar; resignada opté por ir a cambiarme a mi habitación, me puse el uniforme con calma y salí intentando colocarme la corbata, pero jamás había usado una.

𝗘𝗹 𝘁𝗲𝗺𝗼𝗿 𝗮 𝗹𝗮 𝗽𝗲́𝗿𝗱𝗶𝗱𝗮   ᵇᵃᵏᵘᵍᵒᵘ ᵏᵃᵗˢᵘᵏⁱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora