¿Por qué tengo que ser yo?

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Canción: Had enough - Lifehouse

Siempre tuve que ser la paciente, comprensiva, la que te soportara cuando estabas en tus peores arranques de ira, tu soberbia y luego tu espantosa indiferencia; tenía que poner una buena cara después de llamarme "tontita, imbécil, tarada, mensa, boba, ridícula", ¿Insultar puede ser con amor? Desde que dices insultar, la respuesta es no.

Siempre tenía que ser yo la que diera la cara por ti cuando llegabas tarde o no aparecías, la que te hacía la tarea atrasada, la que buscaba hacer migas con los que te habías peleado, también era la que tenía que solucionarte la vida, ese fue mi error. Debí dejarte hacer con tu vida un papalote y si querías quemarlo, verlo arder no tratar de detenerte.

Tenía que sonreír y ser perfecta: saber cocinar, no decir ni una mala palabra (¿Qué mujer pulcra y educada dice groserías? claro, otro estúpido estigma), tampoco podía llevarme mal ni decir nada malo en contra de mis abusadoras, no debía gritar ni insistirte cuando dabas por cerrado el tema. Tampoco tenía derecho o reclamarte algo porque "¿para qué no me dijiste que sí la primera vez?" tu pretexto y justificación favorita. Por supuesto, debía dejar mi bebida favorita y empezaste a achacarme actividades y cosas que nunca pasaron, tampoco debía ir a fiestas (aún si yo no bebía e iba un rato acompañar) y claro, ¿contarte de mis novios? Error.

Demasiados novios... ¿Acaso eso me hacía diferente? NO. Da igual mi pasado si en mi presente y futuro siempre te escogí.

Nunca supiste lidiar con la culpa. Así que en vez de asumirla... Era culpa de todos los demás, nunca tuya. 

Cada día fue más agotador. No me podía levantar de la cama, tomar el transporte a la universidad era una tortura y con cada metro que avanzaba, sentía el peso aumentar en mis hombros. Dejé de disfrutar la escuela, que antes amaba; apenas ponía un pie en ella, ya quería irme y encerrarme en mi cuarto, el barullo y gritos típicos de los estudiantes me daban escalofríos conforme me acercaba a su centro.

Tenía que quedarme sentada, obediente y en silencio, con mi libro y escritos como única compañía, esperándote... Si estaba con algún amigo, enfurecías. ¿Con qué derecho te enojaste todas esas veces conmigo cuando tú besabas a otra persona frente a mí diario? Cuando dejabas de hablarme por meses sólo porque no te gustó lo que dije.

La pandemia me hizo mirar dentro de mí, ya que no podía ver el exterior.

No me gustó lo que hallé.

Ver tantos pedazos que ya no encajaban en mí, todos quemados, rotos, quebrados y todos dolían cada vez que los miraba. Ver que era una muñeca de porcelana con demasiados huecos y malos remiendos que trataste de hacer para tapar todo lo que te disgustaba de mí.

Soy un jodido ser humano, no un experimento. No un robot que puedes programar a tu antojo. No una mascota que te hará caso y perdonará siempre.

Acepté que hacía años que no era feliz sin ti... Ni contigo. Aunque disfrutaba los momentos, era una sensación efímera cuando después te vas y me daba cuenta de que estaba escondida, de que era una segunda opción y que esto no era lo que quería. Ni fue lo que prometiste. Descubrí que no tenía nada que ver con mis metas de vida y la persona en la que estoy tratando de convertirme.

Ni era lo que tanto deseaba, necesitaba.

El tiempo no es amigo de nadie, yo no soy la excepción. He aprendido a llevarme a hacer las paces, me ha enseñado mucho y, con él, muchos espacios de reflexión, paz y también de insomnio. Me recuerda cada día que pasa, que ese tiempo que dejo atrás no volverá nunca en este universo, el mundo seguirá girando, las estrellas acabarán con su combustible, el universo seguirá expandiéndose... Y mientras, mi efímera vida se consume en menos de un suspiro.

Conectando Estrellas *Notas de autora*Where stories live. Discover now