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Casi un año después, Chiara lanzó finalmente la editorial y organizó la presentación de los primeros libros bajo su sello.

Eran tres historias escritas por mujeres y, una de ellas, contaba una historia de amor sáfico. La inglesa se había enamorado de las protagonistas nada más leer el manuscrito y Violeta también había dado el visto bueno, cuando le pidió su opinión. Por eso era, con diferencia, su lanzamiento favorito.

"Mucha suerte hoy, Kiki. Voy a estar viendo la presentación en directo, super atenta"

"¡Qué ilusión! Estoy muy nerviosa"

"Todo va a salir bien"

"Gracias por los ánimos. I love you, Vivi"

"Yo también te quiero. ¡A por todas!"

Hacía meses que se decían te quiero. Por llamada y por mensaje. Si no fuera por el pequeño detalle de que no se veían en persona y el hecho de que nunca lo habían hablado, cualquiera diría que eran pareja sin serlo.

Era innegable lo pendientes que estaban la una de la otra en todos los sentidos. Lo mucho que hablaban de amor, y lo poco que mencionaban la posibilidad de plantearse empezar una relación con otras personas.

Como si ninguna de las dos quisiera que eso pasase. Como si, tácitamente, ambas prefirieran lo que tenían, a una relación normal.

- Chiara, aquí - llamó su atención una de las periodistas de la sala donde estaban haciendo la rueda de prensa, que Violeta seguía desde su casa, gracias a la retransmisión online-. De las tres historias, hay una que cuenta una relación de amor entre mujeres. ¿Se siente reflejada en ese relato?

- Me alegra que me hagas esa pregunta - respondió, sonriente-. Una persona muy especial para mí me dijo hace un tiempo que a veces las acciones, valen más que mil palabras. Y creo que este es uno de esos casos. Como dijo Emily Dickinson, saying nothing... sometimes says the most.

Chiara revisó los mensajes durante una pausa, antes de seguir con una segunda ronda de preguntas. Una llamada entrante de Violeta le sacó una sonrisa.

- ¡Kiki, lo has dicho! - exclamó emocionada-. A tu manera, sin ser explícita, pero lo has hecho. Y además con mi frase de Emily. ¡Estoy tan orgullosa de ti!

- ¿Sí? - atinó a contestar la inglesa, conmovida por la intensidad de la pelirroja-. ¿Crees que he contestado bien?

- Has contestado perfecto. Y estás espectacular - dijo Violeta, con la voz un poco más grave. Chiara podía apostar lo que fuera a que se estaba mordiendo el labio.

- ¿Lo dices por mi traje azul? - se lo alisó con las manos, aunque la otra no pudiera ver el gesto. Y vaciló-. Es el primero que he pillado...

- Tengo unas ganas de besarte ahora mismo... - soltó Violeta.

Chiara se quedó sin reacción por un instante. Decidió no tomarla en serio. No era la primera vez que se decían ese tipo de cosas por teléfono.

- Really? ¿Por el traje? - preguntó-. Sabía que te gustaba, pero no que fuera para tanto.

- No es solo por el traje, Kiki. Es porque me está explotando el corazón de orgullo y de amor ahora mismo - fue sincera, llevándose la mano al pecho-. Te admiro mucho.

Violeta no podía negar que Chiara se había esforzado y había hecho todo lo que estaba en su mano por tratar de llevar la vida que quería. Era valiente y se merecía todo lo bueno del mundo. Y Violeta quería dárselo.

Y estaba harta de no poder hacerlo. De tener dinámicas de pareja, sin realmente tener una relación como tal con ella.

- Vio, no me digas eso - suplicó la inglesa, que no creía que su corazón pudiera aguantar más ese quiero y no puedo.

Lo pasaba realmente mal cuando se decían esas cosas, pero aún así, nada cambiaba. No podía cambiar. Y eso era una frustración constante para ambas.

- Me muero de ganas de besarte, Kiki - repitió- ¿Puedo ir a besarte?

- ¿Me estás hablando en serio? - cuestionó.

- Totalmente.

- Pues, no sé... Si tantas ganas tienes, sí. Ven a besarme - fantaseó Chiara, copiando la misma estrategia que había utilizado la pelirroja en Menorca, cuando se conocieron-. Pero está lleno de gente. De prensa. Salgo en media hora por la puerta de atrás. Pero allí también habrá prensa.

- Que habrá prensa, Kiki. Ya lo he pillado - reafirmó simplemente Violeta, sopesando sus opciones.

- Sé que no vas a venir. Y no pasa nada. En realidad, no quiero que lo hagas. Estaba de broma. Lo último que quiero es arrastrarte a mi caos, Vio - dijo, con tristeza-. Es mejor así.

Ni siquiera quería ilusionarse con la idea. Violeta y ella lo habían hablado muchas veces. Lo que harían si la situación fuera diferente. Y la rabia que les daba que no lo fuera.

- Kiki, ¿tú me quieres? - preguntó Violeta, sin venir a cuento. Necesitaba escucharlo.

- ¿Que si te quiero? I love you with all my heart, honey. Ya lo sabes - reafirmó, con dulzura.

Alguien avisó a Chiara de que debía volver a la sala de prensa y tenía que colgar.

- Kiki, espera, no me cuelgues - pidió.

- ¿Qué pasa?

- Hoy, ¿Dickinson o Lorca? - preguntó la pelirroja.

- Mmm... Hoy está difícil... Pero Lorca - decidió-. ¿Por?

- Por nada - restó importancia Violeta-. Siempre que te pregunto eliges a Lorca.

- Porque, de los dos, siempre es el que más me recuerda a ti - confesó antes de colgar.

Mientras la inglesa contestaba a todas las preguntas de la segunda ronda con tranquilidad, Violeta movía la pierna sin control, muerta de nervios, en un taxi de camino al sitio donde tenía lugar la presentación.

Llegó al recinto justo a tiempo, pero no la dejaban acceder. La pelirroja se frustró, hasta que se acordó de su acreditación de prensa, que siempre llevaba encima, y la usó para colarse.

La inglesa tenía razón. Había mucha prensa. De todo tipo. Todos agolpados en la puerta por la que saldría Chiara en instantes.

A Violeta le sudaban las manos como nunca y no paraba de alternar su mirada entre la puerta y la calle. Por la que podría en ese momento huir y no hacer nada de lo que se le estaba pasando por la cabeza.

Al fin y al cabo, la de los impulsos siempre había sido Kiki, no ella.

Podría volver a casa y no meterse en un lío que le iba a cambiar la vida tal como la concocía para siempre.

Todo por una guiri de gafas rojas que conoció en el baño de una discoteca de Menorca y que conocía a Lorca.

Mientras Violeta seguía dudando en qué hacer, la puerta se abrió y apareció la inglesa, rodeada de Tom y Dave, sus seguratas.

Los primeros micrófonos hicieron el amago de acercarse.

Violeta suspiró y se metió entre ellos a codazos. Iba a hacerlo.

- ¡Kiki! - la llamó, en cuanto la tuvo lo suficientemente cerca.

La inglesa se giró hacia ella en shock.

- ¿Vio? ¿Qué...? Has venido...

La granadina asintió y dio otro paso. A la inglesa se le difuminó todo a su alrededor y solo pudo centrarse en ella.

- En la bandera de la Libertad bordé el amor más grande de mi vida - le susurró Violeta, llevándose la cita a su terreno.

- Lorca - adivinó Chiara, como cuando se conocieron, pero esa vez mucho más emocionada.

Violeta asintió. Le sonrió, cerró los ojos y se lanzó a besarla como si fuera lo último que iba a hacer en su vida.

Chiara correspondió al beso, pasando sus manos por el cuello de la otra. Se devoraron, en su mundo, bajo los flashes de las cámaras.

Nunca iban a ser una pareja normal, eso estaba claro.

Pero no podían hacer nada para evitarlo.

- FIN -

Royal Rainbow | KiviWhere stories live. Discover now