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Oriana

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Oriana

Mayo, 2021

'Sway' de Michael Bublé llenaba todo mi departamento con su ritmo envolvente mientras yo terminaba de lavar los platos que habíamos utilizado en la cena. Camila y Agustín se habían ido hacía apenas unos minutos, dejándome a solas con Enzo. Después de ayudarme a ordenar un poco el lugar, Enzo se dedicó a poner música en mi televisor, creando un ambiente aún más relajante en nuestro pequeño espacio.

Al cerrar la canilla, me sequé las manos con un repasador y tomé la copa que reposaba sobre la mesada, bebiendo el poco vino que quedaba en ella. Fue en ese momento cuando un brazo rodeó suavemente mi cintura, atrayéndome hacia el cuerpo de la única persona, aparte de mí, que se encontraba en ese departamento.

Mientras movia nuestros cuerpos al compás de la música, sentí cómo su mandíbula se posaba suavemente en mi hombro, buscando una cercanía aún mayor. Una risa juguetona escapó de mis labios al sentir el camino de besos tiernos que Enzo dejaba desde mi cuello hasta mi hombro descubierto, sin dejar de apretarme contra él.

Estar así con él era algo que realmente amaba. Hacía apenas dos semanas que esta relación, a la que aún no habíamos puesto nombre y seguramente nunca lo haríamos, había comenzado. Todo era muy intenso, y sabía que se debía en gran parte al hecho de que ambos éramos conscientes de que nuestro tiempo juntos tenía un límite; Enzo se iría a su país después de pasar un mes aquí, y el futuro era incierto.

Trataba de no encariñarme demasiado con el uruguayo, pero con su hermosa personalidad y la forma cariñosa en que se comportaba conmigo, resultaba difícil resistirse. No quería admitirlo, pero me estaba encariñando más de lo que hubiera imaginado. La idea de que se fuera me angustiaba un poco; disfrutaba tanto de su compañía, de la conexión que teníamos en todos los aspectos, que me resultaba difícil la idea de no volver a verlo.

Cada momento a su lado era una montaña rusa de emociones, una mezcla de alegría por estar juntos y ansiedad por lo que el futuro nos deparaba. No podía recordar la última vez que me había sentido tan bien con alguien, y eso me llenaba de una mezcla de felicidad y miedo al mismo tiempo.

Sus dos manos se posaron en mi cintura, girándome hacía él. Una vez que ambos quedamos frente a frente, el uruguayo dejó un corto y rápido beso en mis labios, antes de alzarme y dejar mi cuerpo sobre la mesada.
Sus manos se posaron sobre mis muslos cubiertos por la tela de jean, dejando caricias, antes de obligarme a abrirlas, para poder posicionarse entre ellas y acercarse más a mí.

Sonreí al ver lo que hacía, y dejé que acariciara mi pelo, admirada por la delicadeza con la que lo hacía, y encantada con su atenta mirada en mi rostro.
Siempre lo hacía. Siempre observaba mi rostro en silencio, detallando cada una de mis facciones, como si quisiera memorizarlo para nunca olvidarlo.

— Sos muy hermosa.. — Murmuró mientras dejaba besos corto en mi mandíbula. Sonreí, siendo consciente de como sus palabras me afectaban.

Al principio, pensé que nuestra relación sería puramente física, y sinceramente, no le vi nada de malo. Pensé que disfrutaríamos el tiempo que Enzo se quedara aquí durante el mes, y luego cada uno seguiría adelante con su vida en su propio país. Sin embargo, lo que iba a ser algo casual se convirtió en algo mucho más profundo y significativo para ambos. No era solo sexo, y nunca lo había sido. Y sabía que ese había sido nuestro error.

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⏰ Last updated: Feb 22 ⏰

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𝗢𝗻𝗲 𝗱𝗮𝘆 (un día) | Enzo Vogrincic Where stories live. Discover now