0 3

474 47 1
                                    

Oriana

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Oriana

Mayo, 2021

La clase de teatro había terminado y Camila y yo nos encontrábamos riendo de las pelotudeces que Agustín estaba diciendo.
Habíamos intentado charlar tranquilamente entre nosotras, pero sus comentarios diciendo boludeces no paraban.

— Agus, amor, cállate dos minutos y dedícate a escuchar nada más, por fa. — Camila le sonrío, pero al ver a su novio mirándola mal, sonrío y le robo un corto y rápido beso.

Frunci el ceño, poniendo cara de asco. Camila rió y Agustín me saco la lengua, burlándose. Eran asquerosos y repugnantes.

— ¿Que pones esa cara? fea de mierda.

— Por qué me repugnan y dan asco. No pueden estar así todo el tiempo, se pasan. — Contesté recibiendo como respuesta la risa de Camila, que ahora se encontraba siendo rodeada por los brazos de Agustin, como respuesta. — Extraño cuando éramos un grupo normal, y no tenía que estar bancandome el ruido de sus besos y los apodos feos que se ponen.

— Jódete, Ori. Vos fuiste la que nos insistió en que hacíamos linda pareja.— Miré indignada a Camila, pero no indignada con ella, si no conmigo al recordar que yo había sido el cupido en su relación y no tenía como responderle.

— Nunca se me pasó por la cabeza que iba a tener que aguantarlos así de repugnantes.

— Vos sos una envidiosa. — Me contestó Agustín, después de haberle dejado varios besos en la cara a mi amiga.

Completamente indignada, miré al de rulos frente a mí. Me miraba divertido al notar lo ofendida que estaba. Ósea, si, un poco los envidiaba porque se querían mucho y eran muy lindos juntos, pero tampoco para que me lo diga así.

Me reí antes de hablar. — ¿Envidiosa yo?

El asintió, sin dejar de burlarse de mi. — Si, porque estas re sola.

— Ah bue, pero cállate la boca ¿Queres? Vos estabas peor que yo, y si no hubiese sido por mi ayuda seguirías igual.

— Es verdad eso. — Opinó Camila, logrando que su novio la mirara mal. Ella solo reía, porque se divertia cuando peleabamos. Todos sabíamos que solo jodiamos. Así había sido siempre nuestra relación, jodernos hasta que él otro se enoje y pedirnos perdón después, aunque supiéramos que solamente nos estábamos molestando.

— ¿Envidia de que voy a tener, aparte? Antes que salir con uno de la provincia rebelde, prefiero quedarme sola. — Camila rió, y Agustín se dedicó a mostrarme el dedo del medio, mientras yo sonreía al no obtener respuesta de su parte.

Nunca me arrepentiría de haberlos ayudado a ponerse en pareja, y ellos lo sabían. Me burlaba y quejaba de lo repugnantes que eran, pero amaba su relación. Se notaba lo mucho que se querían, y que eran tal para cuál.
No por nada había ayudado a que la pareja se formará, tenía buen ojo para eso.
Si, buen ojo para conseguirle pareja a mis amigos, pero no para mí. Era cómico.

— Te tienen cortito acá, Agus.

Una voz a nuestras espaldas interrumpió el momento. Los tres, después de mirarnos confundidos, nos giramos hacia el lugar de donde provenía aquella voz.
Mis ojos se encontraron con un chico, parado a varios metros de nosotros, con una sonrisa. Una linda sonrisa.
Su pelo, ni muy corto ni muy largo, se encontraba desordenado, pero le quedaba muy bien.

De repente, vi a Agustín abrazándolo con fuerza, haciendo que incluso el cuerpo de aquel chico se desastabilizara.
¿En que momento Agustín había bajado del escenario y había llegado hasta él? No tenía ni idea.
Mi mirada viajó a Camila, quién pareció entender la situación en ese mismo momento.

— Es el mejor amigo, venía a visitarlo porque no se ven desde que Agus se vino para acá. — La colorada me susurró, mientras observábamos a ambos hombres abrazarse y sonreír. Los admiraba, yo no podría estar sin ver a Camila tres años. — Supuestamente llegaba en tres horas, lo debe haber querido sorprender.

Vi a Camila ponerse de pie, para acercarse a ambos, y en un intento de no quedar como una antipática, la seguí.
Agustín se separó de su amigo, y fue ahí donde el morocho se acercó a Cami con una sonrisa. Por lo visto, ya ambos sabían de la existencia del otro.

— Hola Enzo, por fin. — Habló Camila también con una sonrisa, antes de abrazar al chico frente a ella.

— Hola Cami, un gusto.

Mientras ambos compartían aquél corto abrazo, mi mirada choco con la de Agustín. Al verlo tan emocionado, no pude evitar que una sonrisa se formara en mi rostro.
El rubio se acercó a mí, y tras rodearme con uno de su brazos, me acercó a su amigo.

— Esta es Ori. — Habló él, haciendo que Enzo fijará su mirada en mi. Me sonrío y cuando se acercó a mí, yo también sonreí.

Mientras una de sus manos se apoyaba en mi brazo derecho, nuestros cachetes chocaron en forma de saludo. — ¿Vos sos la cupido, no?

Lo miré un poco sorprendida, y tras largar una risita, asentí. — Por los visto te hablaron de mí.

— Si, bastante.

— Espero que hayan sido todas cosas buenas. — Agustín me sonrío al ver a Enzo asistir. Nunca se me había pasado por la cabeza la idea de que Agustín hubiese hablado de mi con sus amigo de Uruguay.

 Nunca se me había pasado por la cabeza la idea de que Agustín hubiese hablado de mi con sus amigo de Uruguay

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

— Voy para lo de Ori, amor. Dejé el auto estacionado afuera de su departamento. — Le explicó Camila a Agus, quién asintió al escuchar las palabras de sí novia.

Mi departamento y el de Agustín estaban bastante cerca entre si, y tambien del teatro. Sin embargo, había un punto en el que nos teníamos que separar ya que nuestros hogares quedaban en direcciones contrarias, y ahí era donde nos encontrábamos en ese momento.

— Bueno, después hablamos entonces. — La pareja se despidió con un beso, y tras decir un "nos vemos", dirigido a ambos chicos, empezamos a caminar en dirección a mi departamento.

Camila en las dos cuadras que teníamos que recorrer, me contó de como Enzo y Agustín solían hacer video llamadas bastante seguido en la semana, y como varias veces ella se había quedado charlando con ellos.
También me contó que, aunque a Agustín le costaba bastante contar como se sentía, muchas veces había llegado a confesarle lo mucho que le hacia falta su amigo, ahora que estaban en diferentes países.
Sentí ternura, imaginandonos a nosotras ser iguales si estuviéramos en esa situación.

— Fueron al colegio juntos desde chiquitos, y después de terminarlo siguieron siendo igual de unidos que antes.

— Como nosotras. — Conteste sonriendo, y Camila me dio la razón, asintiendo. Segundos después sentí sus brazos rodearme, haciéndome reír. — ¿Que?

— Nunca te vayas del país sin mi, por favor. — Reí ante su repentina preocupación. — Yo te prometo que tampoco lo voy a hacer.

— No necesito que me lo prometas, Cami. Ni loca dejaría que te vayas sin mí.

𝗢𝗻𝗲 𝗱𝗮𝘆 (un día) | Enzo Vogrincic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora