8. Sorpresa

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Miles despertó primero.

Giró la cabeza a un lado, mirando la figura profundamente dormida de Tom a su lado. Se veía increíblemente relajado y satisfecho. Maldito cachorro, pensó al tiempo que una sonrisa se estiraba en sus labios. Besó la mejilla con barba y frotó la mano sobre su pecho antes de girar y salir de la cama. Sí. Su rostro se calentó cuando miró hacia atrás antes de entrar al baño. Pero... uh, Tom se veía sexy acostado desnudo bajo sus sábanas blancas de satín. 

Tal vez realmente era gay.

Se miró al espejo mientras se cepillaba los dientes. ¿Cuáles eran las probabilidades? Es decir, si ponía en una tabla lo que sentía y hacía con Tom y todas sus experiencias sexuales... no había nada que dijera que era heterosexual, quizás su obsesión con Michelle por cuanto duró eso. Pero ya. Eso era todo. Escupió en el lavado poniendo los ojos en blanco.

Dios.

Tal vez era momento de que comenzara a tener su crisis de identidad y aceptara que le gustaba algo mucho más allá de las pollas de hule. Le gustaba bastante la de gruesa y larga que estaba atada al voluminoso cuerpo de Tom, incluso su vello corporal, el tono oscuro de su cabello, sus encantadores ojos grises y su sonrisa brillante. Su rostro se calentó mientras se afeitaba la corta barba de las mejillas. 

Debería hablar con Tom, se dijo a sí mismo en voz baja. Dejó la navaja en la base superior del lavado y se secó con una toalla antes de verse a los ojos. Era pésimo para mantener las cosas en secreto, y ser honesto jamás lastimó a nadie. Hizo una mueca antes de dejar la toalla colgando en la pared.

Mañana.

Hablaría con Tom mañana.

Hoy estaría con sus padres, así que no era una excusa.

No del todo.

Haciendo el menor ruido posible, salió de la habitación. Lo que probablemente sería en vano, porque Tom podría despertar por el sonido de una pluma cayendo en la cama. Era ridículo, pero era al mismo tiempo fascinante.

Estaba frotándose el cabello distraídamente cuando el olor de comida de desayuno recién hecha entró por su nariz. Sus ojos se abrieron, completamente despierto ahora, viendo las dos figuras que se movían en su cocina con tanta confianza y seguridad que lo hicieron contener la respiración.

"¿Qué hacen aquí?"

Sus padres se dieron la vuelta, ambos sosteniendo tazas de café humeantes. Sus sonrisas eran tan grandes y brillantes que Miles olvidó todo por un segundo antes de ir con ellos. Los dos lo recibieron con un abrazo y Miles solo se colgó entre ellos, respirando el aroma familiar de sus queridos padres. Sonrió con suavidad mientras su mamá le frotaba el cabello.

"Solo pensamos en darte un desayuno sorpresa," ella dijo, dejando un ruidoso beso en su cabeza. "Ha pasado un tiempo desde que nos vimos así que tengo un día completo planeado para los tres. Oh, cariño, se siente tan bien poder estar aquí todos reunidos."

Su padre le tomó por los hombros, sonriendo orgullosamente. "Y mírate, todo un hombre con músculos y un paquete de seis. Tuve un hijo hermoso en todo aspecto." Tiró de él contra su cuerpo y le besó la mejilla por un rato. Miles se rió, porque él siempre hacía eso desde que era un niño. "Te extrañé mucho, Miles."

"Yo también los extrañé," dijo, limpiándose la mejilla. Su padre solo se rió y regresó a la cocina. Su madre lo miraba con ojos llenos de afecto que le calentaron el corazón. "¿Cómo está todo? Pensé que nos reuniríamos más tarde."

"Bueno, las sorpresas deben sorprender, ¿no? Y todo de maravilla. En realidad," ella susurró, diciéndole que se acercara para hablarle al oído. "Encontré un lugar perfecto en Bali para renovar los lazos con tu padre."

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