Luv Deal | Kookmin au ✔

95

Habían terminado de cenar y la música suave dichosa de tan bonita escena se hizo presente. Jungkook se puso de pie y le extendió la mano a Jimin.

—¿Listo para bailar con tu esposo?

Jimin esbozó una sonrisa tímida pero sincera, mientras aceptaba su mano.

—Pero no vayas a usar toda tu energía en la pista de baile… —dijo divertido.

Jungkook le guiñó un ojo.

—De eso puedes estar tranquilo, cariño.

Jungkook lo instó a girar entre las carcajadas de los demás. Jimin se pegó a él mientras se movían al compás de la música. De nuevo, se sorprendió lo bien que encajaban sus cuerpos.

La altura de Jimin era perfecta, porque mientras lo sostenía de la cintura podía apoyar la barbilla en su cabeza. Podía oler a ese perfume tan suave que solía usar y sentir los cabellos negros y sedosos de su esposo.

Sonrieron mientras hacían un giro en sincronía.

Jungkook había elegido al esposo perfecto. Park Jimin.

Las horas pasaron y se marcharon entre abrazos y felicitaciones. En el aire ambos estaban en silencio y Jungkook no dejaba de mirarlo de reojo.

—¿Pasa algo?

—Mmm…

—¿Te sientes bien?

Jimin se apoyó en el asiento y asintió.

—Sí. Ha sido un día agradable.

—¿No ha estado mal para haber sido una boda apresurada con un tonto como yo, verdad?

—Está entre mis diez bodas preferidas.

Jungkook rió entre dientes. El lado gracioso de Jimin era cada vez más evidente. Le gustaba.

—Los Choi son un grupo maravilloso, me agradan.

—Tú también les gustas.

—Intento no sentirme culpable —admitió—. Se están portando de maravilla.

—Jimin, nadie va a salir herido. Voy a esforzarme al máximo por Dong Wook. Va a contar con una persona tan motivada como los miembros de su familia a la hora de lograr que su empresa prospere.

—Pero después…

—No nos preocupemos por eso ahora. Faltan meses. No le des más vueltas.

Jimin guardó silencio un rato.

—Gracias por ofrecerte a acompañar a mi abuela.

—Ya te he dicho que me cae bien. Tengo que conocerla mejor. Es mi deber como tu esposo. Es algo natural.

Jimin asintió.

—Creo que los has convencido. Incluso a Choi —añadió—. No nos quitaba ojo y creo que le ha gustado lo que ha visto.

—Estoy de acuerdo. Otro trabajo excelente, señor Park.

—Soy el señor de Jeon, que no se te olvide.

Una extraña sensación le recorrió el pecho de Jungkook al escucharlo.

—Admito mi error, señor de Jeon.

Jimin asintió poquito y sonrió para luego volver a mirar por la ventanilla.

—Y no ha sido solo un trabajo —Jimin lo dijo en un tono de voz tan bajo que Jungkook apenas lo pudo oír.

No supo qué replicar. Sin embargo, por algún motivo, buscó la mano de Jimin en la oscuridad y le dio un apretón.

Así fue todo el trayecto a casa, con las manos entrelazadas.