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No recordaba haber hecho nada malo, por lo que estaba dispuesto a negar cualquier acusación en su contra.

Draken alzó la vista del celular para ver la puerta de la oficina del director. Para ese momento, se suponía que estaría a mitad de camino a casa, pero lo habían citado después de clases y hasta ahora ningún profesor se había dignado a decirle por qué. El aire acondicionado era sofocante y las sillas resbalosas. Había perdido la costumbre de ser enviado a la oficina del director hace demasiado tiempo como para quedarse tranquilo. Ni siquiera por el hecho de estar junto a Emma.

—Pareces un león encerrado —dijo la muchacha, cabizbaja mientras también se resbalaba de la silla.

El rubio la miró de reojo y suspiró. El uniforme escolar apenas podía disimular lo delgada que estaba y su aspecto se volvía más preocupante cuando notabas las ojeras en su rostro. No se habían citado en ese lugar, que la oficina del director estuviera justo al lado de la oficina del psicólogo era pura casualidad.

—Y tú pareces un zombie —respondió Draken— ¿acaso tomaste desayuno hoy?

Emma desvió la mirada. Si hasta entonces había estado sobreviviendo, el haber visto a Mikey y no poder hablar con él, la había destrozado por completo.

—Preferí quedarme durmiendo un rato más —fue su respuesta.

Justo en ese momento, la puerta del director se abrió y de ella salió un hombre alto que se estaba quedando calvo.

—Me alegra verte aquí por algo distinto a un castigo —le dijo mientras se limpiaba los lentes con el borde de la corbata— el cambio te ha sentado bien, Ryuguji.

Por mucho que intentara no hacer ningún movimiento, Draken no pudo reprimir el impulso de apretar los labios en una mueca. Una cosa era ya no meterse en problemas con la autoridad; una muy diferente, y muy despreciable, era simpatizar con el director.

—¿Podemos terminar rápido? Tengo que volver a casa.

El director volvió a ponerse los lentes y sonrió.

—Pensaba hacerte pasar y compartir una taza de té, pero ya que insistes —dijo dando media vuelta para buscar un sobre blanco sobre su escritorio— puedes compartir la buena noticia con tu compañera.

Draken tomó el sobre que le ofrecía y sonrió aliviado. Al menos no lo iban a castigar... Al menos el director no llamaba a Emma su novia sin siquiera preguntar.

—¿Qué es? —preguntó la chica poniéndose de pie, a lo que Draken se encogió de hombros. Estaba tan confundido como ella hasta que le dio la vuelta al sobre y vio el símbolo de la universidad de Tokio y sus manos comenzaron a sudar.

—Oh, mierda...

—¡Ryuguji! —soltó el director espantado y Draken tuvo que disculparse varias veces hasta que el director dio media vuelta para volver a entrar en su oficina cerrando la puerta a sus espaldas.

Cuando se quedaron solos, Emma hizo que Draken se sentara, porque parecía que le temblaban las piernas y estaba segura de que no podría arrastrarlo hasta la enfermería si se desmayaba.

—¡Qué esperas, ábrelo! —chilló con su energía habitual y Draken obedeció, aunque con manos temblorosas.

Estimado:

Hemos recibido y evaluado su carta de presentación y sus ensayos. Estamos gratamente sorprendidos con el desempeño académico que ha demostrado en el presente año. Si bien, debemos esperar al resultado de los exámenes de ingreso, nos complace invitarlo a realizar un recorrido por las instalaciones de la universidad y...

Como atrapar un fantasma y no enamorarse en el intento (Drakey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora