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—¿Tú crees que un árbol hace ruido al caer en el bosque si nadie lo escucha? —preguntó Draken y los labios de Mikey hicieron un sonoro "pop" cuando se despegó de la paleta que chupaba.

—¿Qué pregunta es esa, Ken-chin? —preguntó Mikey a su vez— siempre hay alguien que lo escucha: las ardillas, las aves... los chupacabras.

Draken soltó un suspiro y dejó caer la cabeza contra el respaldo de la silla. Ya veía que no tenía caso discutir esas cuestiones filosóficas con el más bajo, no cuando estaba en medio de una película que realmente le interesaba.

Se preguntaba una y otra vez si ir a ver a Mikey cada noche era en realidad algo tan malo. Siempre trataba de convencerse de que no lo era; después de todo, la relación que él y Emma tuvieran no era algo en lo que él debería inmiscuirse. A veces los hermanos pelean y se distancian, pensaba mientras se acomodaba en su asiento. No contarle a Emma sobre las "noches de película" que él y su hermano mayor tenían no lo convertía en un mal amigo, claro que no.

—¿Quieres decir que siempre va a haber alguien percibiendo las cosas que pasan y las cosas que hacemos y que no tiene caso engañarnos a nosotros mismos? —preguntó tratando de volver a la conversación del árbol. ¿Acaso Mikey había encontrado un nuevo paradigma en el que las ardillas, las aves y los chupacabras eran una representación de nuestra propia consciencia?, ¿Estaba haciendo mal en pretender que no había un problema siempre y cuando Emma no se enterara?

Mikey disipó todas sus preguntas con un gesto de mano para que guardara silencio.

—Pensé que estábamos hablando de árboles, Ken-chin —dijo en voz baja y sin dejar de mirar la televisión— no hagas ruido, esta es la mejor parte.

—Pero...

—¡Shhh!

Su mano había ido a parar a su boca para hacerlo callar y Draken no intentó quitarla de ahí. En momentos normales, se sentía abrumado por la confianza con la que Mikey lo trataba, por la forma en la que intentaba acariciarse contra su cuepro como si fuera un gato, o el descaro con el que se ponía su ropa para abrigarse. A veces pensaba que simplemente lo hacía porque sabía que le sentaba bien. Había algo perversamente delicioso en la forma en la que sus chaquetas le llegaban siempre por debajo de las caderas. En momentos como ese, agradecía el hecho de que el rubio lo desconcentrara tanto como para no pensar en si ocultarle la verdad a su amiga estaba bien o no.

—No puedo creer que entre todas las películas de este lugar, hayas escogido esa.

—Titanic es un clásico —dijo y el más alto rodó los ojos. Aquel gusto por Titanic debía venir en los genes de la familia Sano. Apostaría lo que fuera a Shinichiro también le encantaba.

—Un clásico aburrido —comentó mientras Mikey jugaba a entrelazar los dedos de sus manos haciendo que la suya se viera pequeña en comparación. Para esas alturas, Draken no podía pasar por alto lo que era evidente: a Mikey le gustaban mucho las películas románticas, o más bien las escenas en las que ambos protagonistas estaban juntos, pues perdía el interés durante el resto de la historia. Justo ahora había pasado por alto el hecho de que él llamara "aburrida" a Titanic solo porque Jack y Rose corrían juntos por los pasillos del condenado barco hasta llegar al coche.

—Oye, Ken-chin —lo llamó sin despegar la vista de la pantalla y sin prestarle atención a sus quejas— ¿en serio no estás saliendo con Emma?

—¿A qué viene eso en este momento? —preguntó, tensándose al sentir los dedos de Mikey recorriendo su palma y la extensión de sus propias falanges— ¿tienes celos de hermano?

—Sí, supongo que estoy celoso —contestó, pero aquello no tranquilizó a Draken.

—No estoy saliendo con nadie.

—Hm...

Levantó el rostro y sus ojos se encontraron. Estaban más cerca de lo que jamás habían estado, tanto que Draken podía oler su dulce aliento. Tan cerca que casi podía saborearlo.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó cuando vio que Mikey abría y cerraba los labios, indeciso por primera vez.

—Estoy intentando no besarte —contestó sin más— pero es difícil, siempre he hecho lo que he querido.

—¿Entonces?

—Entonces... Supongo que lo que pase ahora dependerá de si me detienes o no.

La mano que tenía libre fue a pasar al pecho de Draken, quien la apartó suavemente, pues no quería que el latido acelerado de su corazón lo delatara aun más. Como si su propio rostro sonrojado y el sudor de sus manos no lo hubiera hecho ya. Aquel gesto hizo que el más bajo retrocediera; sin embargo, la mano que lo había apartado, ahora lo sostenía firmemente.

—¿Ken-chin?

Draken cerró los ojos con fuerza intentando no ver los labios pálidos del más bajo, intentando no ver aquel preciosos rostro, intentando no ver la maldita escena en la que los protagonistas se besaban en el automóvil. ¡Maldita sea! No era posible que él estuviera a punto de besar a un chico mientras veían Titanic, ¿Se podía ser más cursi? Él no era cursi.. Todo era culpa de Mikey, de sus labios, de su voz, de la forma en la que pronunciaba aquel estúpido apodo.

La siguiente vez que abrió los ojos, Mikey se había subido a su regazo. Una pierna a cada lado y la mano a dos centímetros de su pecho.

—No deberíamos —dijo Draken en un susurró, tan despacio que parecía que no intentaba convencer a Mikey, sino a sí mismo de que lo que estaban a punto de hacer era la entrada a un callejón sin salida, a un pozo sin fondo del que jamás podrían salir.

—¿Entonces, por qué no me estás empujando, Ken-chin?

Cuando los labios de Mikey se posaron sobre los suyos, Draken sintió un cosquilleo que comenzó en la nuca y que luego le recorrió todo el cuerpo. Sus labios eran suaves y las manos que le sostenían de la camisa eran rugosas y fuertes. Quería sentir aquellas manos pasearse por todo su cuerpo. Quería tomar aquellos labios y devorarlos, apretarlos con todas sus fuerzas hasta hacerlos suyos. Suyos y de nadie más.

El más bajo soltó un jadeo cuando sintió que su mano quedaba libre y que ahora las manos de Draken bajaban hasta su cintura. Solo entonces, Draken comprendió por qué a Mikey le gustaban tanto los dulces. Sus labios sabían a azúcar y su lengua a caramelo. Caramelo que se derretía dentro de su boca y que llenaba hasta el último de sus rincones.

Incluso si guardar el secreto de Mikey lo convertía en la peor persona del mundo, incluso si su consciencia no lo dejaba dormir por las noches, o sí la culpa terminaba consumiéndolo, sentía que todo habría valido la pena. Draken podría haber muerto esa misma noche y todo habría estado bien, pues sentia que todos los momentos que había vivido lo habían llevado a probar los labios de Mikey, a estrecharlo entre sus brazos como si sus cuerpos hubieran sido cortados con el mismo molde. Seguramente mañana, a plena luz del día, se sentiría como una basura, pero al menos por esa noche el secreto que ahora compartían se quedaría oculto entre aquellas cuatro paredes. 

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Dos capítulos en una semana, ya puedo dormir tranquila uwu 

¿Ustedes recuerdan su primer beso? El mío fue a los 17... creo e____e así que no se sientan mal si son "muy mayores" y aún no han besado a nadie, yo di mi primer beso super vieja. Además, las primeras veces están muy sobrevaloradas, lo importante no es el primero, si no todos los demás, así que espero que besen mucho a lo largo de su vida, que para eso estamos aquí. Gracias por leer, vayan a esparcir el amor por el mundo <3

Bai c: 

Como atrapar un fantasma y no enamorarse en el intento (Drakey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora