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La pinza que había traído consigo para romper las cadenas de seguridad había estado demás, pensó echándose la herramienta sobre el hombro mientras se detenía un segundo a pensar. La seguridad del videoclub era apenas un cerrojo que cedía si sabías cómo hacerlo girar sin usar una llave; seguramente lo habían puesto ahí solo para evitar que las personas que vivían en la calle fueran a pasar la noche en ese lugar.

—O puede que simplemente nadie piense en robar películas.

Después de un par de intentos, consiguió que la puerta se abriera y desactivó la alarma antes de que esta comenzara a sonar. Meterse a hurtadillas en tiendas era todo un arte lleno de trucos que requería años de entrenamiento, ya entendía por qué Emma le había pedido el favor precisamente a él.

Decidido a terminar con eso lo antes posible para poder volver a la comodidad de su habitación, fue directamente a la barra de recepción donde solían guardar los objetos perdidos. No le costó encontrarla; sin embargo, ahí no había ningún teléfono.

—No podría perder tantos teléfonos como Emma ni aunque lo intentara —dijo en un susurro antes de volver a deslizar la caja hacia el interior del estante en el que la guardaban. Si el celular no estaba ahí, entonces había dos casos posibles: que nadie lo hubiera encontrado y que siguiera dentro del local, o que la persona que lo había encontrado hubiera decidido no devolverlo... Cosa que era bastante probable. Draken dejó caer los hombros y soltó un suspiro antes de ponerse a buscar por todo el lugar.

Caminó de un lado a otro con una mano en el bolsillo en la semioscuridad, apenas iluminándose con la pantalla de su propio celular. Estaba revisando debajo de una de las estanterías con videojuegos cuando escuchó a sus espaldas un murmullo que lo desconcertó.

—¿Quién anda ahí? —preguntó llevando la mano libre a la llave que había dejado en el suelo, pero no recibió respuesta y tuvo que ponerse de pie para ir a ver de qué se trataba— Mierda...

No había descartado la posibilidad de que la tienda tuviera guardias durante la noche, mas al ver la poca seguridad con la que contaba, se relajó y no creyó necesario asegurarse de que estaba solo antes de empezar a buscar. Ahora, caminando hacia al fondo del pasillo con el arma en las manos y el corazón acelerado, volvía a escuchar el murmullo de hace un rato que le confirmaba sus temores. Había sido descuidado.

Draken avanzó hasta una de las puertas en el fondo de las que salía un leve destello de luz azulada por la parte de abajo. tragó saliva y apretó los puños cuando escuchó una risa suave y cantarina que no lo tranquilizó en lo más mínimo, sino todo lo contrario.

—¡Quién eres! ¡Estoy armado! —gritó, asustado por primera vez, pues había recordado las espeluznantes historias que llevaba escuchando por más de un mes. Si había un fantasma en el videoclub, él estaba a punto de comprobarlo.

Un paso adelante más. Empujó la puerta con el pie y esta por poco choca contra la pared. La pequeña silueta de un muchacho de cabello largo resaltaba frente a la luz que irradiaba una gran pantalla de televisión. El muchacho se dio vuelta lentamente y Draken pudo ver su rostro en medio de la oscuridad. Tenía los ojos negros, el cabello rubio y una paleta dulce que pasaba de mejilla en mejilla. A Draken se le puso la piel de gallina.

—¿Quién eres? —preguntó con la boca llena y el más alto escuchó la paleta chocar contra sus dientes— ¿Qué haces aquí?

—Me llamo Ryuguji Ken —dijo él con una mano en el pomo de la puerta y la otra firmemente apretada sobre la llave. No importaba lo pequeño que fuera aquel muchacho o lo despreocupada que fuera su actitud, Draken había pasado suficiente tiempo en las calles como para darse cuenta de cuándo alguien era peligroso— estoy buscando algo que se le perdió a una amiga aquí.

Como atrapar un fantasma y no enamorarse en el intento (Drakey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora