Un pequeño diario de amores frustrados

He pensado en ti.

Sabes, he pensado que me gustas, cómo me gusta pensar en la primavera cuando llega mi cumpleaños.

Que me gustan tus labios cuando sonríes, porqué no encuentro las fallas en cualquiera de las palabras que salen de tu boca mientras ríes despreocupadamente.

Y me fascinas, cómo si eso no fuese suficiente y bastante evidente por supuesto, mi pecho quisiera raptarte en un abrazo posesivo que me limito a controlar por decencia.

Tienes contigo la fragancia del mar en tu cuerpo y no encuentro ó imagino un aroma más cautivante que ése.

Tu aroma es la mezcla perfecta para mis sentidos, dos estrellas y una rosa con la sal de un rocío matutino, de solo recordarlo una sonrisa tonta adorna y se apodera de mis labios, tan deseosos de besarte.

En realidad, solo quería confesarte que me gustas, cariño mío, que inevitablemente te pienso e indiscutiblemente te amo, que justo ahora, en éste momento, no quería dejar pasar la oportunidad de confesarme, fueron más deseos de los que podía financiar con mi palabra e incontables intereses que sobrevalúe por ignorancia resentida y testaruda al encontrarte.

Siempre he sido una perdida, que pudo bien haber perdido el tiempo apostando a este juego de encontrarte y no llevar paciencia en los bolsillos, que suerte fue verte llegar con esa copa de revuelos a mi mesa ya cansada de perder, me miraste y aún lo recuerdo como si fuese esa clase de reliquias que uno guarda fielmente en los tesoros de la mente, tu te quiero tan sincero que dolió, tus manos grandes, tal vez demasiado, que me rompieron por completo, soltándome los miedos como diluvio en el desierto, recuerdo también, claramente con nostálgica verdad, aquella frase que me hizo mandar al demonio todo lo que no creyera en tí...

"Me gustas" acompañado de una miel impropia de unos ojos tan hermosos y sinceros, no puedes culparme, corazón, si no me pude resistir a ti.

E.V.