Un pequeño diario de amores frustrados

A un chico como tú.

Sé con verdadera certeza sin recurrir a la gloriosa presunción, que hombres como tú, con esa peculiar virtud de ser tan únicos y reales pocas veces en la vida de ésta realidad se pueden encontrar o coincidir en el camino.

Mucha veces hablé con la luna y sus estrellas del concepto tan terriblemente especial que tenía del amor, aunque en el fondo en realidad quisiera decirle todo lo contrario, juraría que podía léerlo en mi mirada de todas maneras.

¿Sabes? Tal vez en muchas ocasiones me propasé derrochando las palabras que dirigen hacia tí mis sentimientos, pero es que poco pueden contenerse y muchas son mis ganas de no oponer ninguna resistencia por hacerlo.

La vida no es algo que pueda darse por sentado y por esa misma razón, me niego a reprimir todo aquello que pueda brindarme un verdadero placer que me confiera felicidad, como tú, por ejemplo, como ver tu sonrisa y decírtelo abiertamente.

Me encanta ver tus ojos y reírme porque eres tan sincero, tan lindo y tan tierno que es casi imposible no sentirme afortunada de tenerte.

Muchos dicen que el afortunado eres tú, pero personalmente creo que la fortuna fue conocernos, creo que alguien no puede ser más afortunado cuando puede tener la virtud de amar plenamente y poder ser amado de la misma manera, y vaya que milagro en éstos días que ambos sean de la misma persona.

Tal vez pienses que las palabras sobran cuando los actos de las acciones no coinciden con sus pasos, o que tal vez, prefieres los actos porque son más tangibles a la vista, pero dime...

¿Las palabras, las letras o las miradas, no te llenan el alma con el calor de algo intangiblemente certero?

Tal vez no pueda comparar lo que pueda decirte con la belleza de un ocaso tomada de tu mano, pero dulzura, para un hombre como tú, no escatimaría en encontrar las palabras más hermosas de los libros de poemas en los que mínimamente pueda expresarte cuanto siento por yo por ti.

E.V.