UNO

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    Al a penas caminar por donde personas con su misma vestimenta se acumulaban, le daban el paso. No por respeto o porque fuera alguna figura importante en su escuela como su presidente del consejo estudiantil, sino que más bien, lo esquivaban como si tuviera un virus que se contagiaba con la cercanía.
 
    Susurros indiscretos retumbaban en sus oídos. Blasfemias sobre su persona predominaban en sus voces desvergonzadas.

    Era un día normal.

    Mientras dejaba sus cosas sobre su escritorio, el timbre sonó y, por fin, todos se callaron, las clases comenzaron.

    Su primer día, de su tercer año de preparatoria, no fue emocionante, no fue cálido y no fue cómodo. Un día normal.

    Los pétalos de cerezo que veía revolotear fuera de la ventana eran mucho más interesantes, eran más reconfortantes.

    Kouki no esperaba nada de nadie este años, la costumbre llevaba a eso.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

    — ...

    — ...

    Los silencios cómodos son muy difíciles de lograr, para llegar a ellos, primero debe haber familiaridad y confianza.

    Por ello, mientras los segundos pasaban, el rostro de Kouki mostraba cada vez más su incomodidad.

    — ...

    — ...

    Más aún así, la persona frente suyo no daba indicios de querer irse, aunque tampoco parecía querer entablar alguna conversación para sacarlos de su silencio incómodo.

    Grrr~...

    — ...

    — ...
 
    Pero silencio fue roto, de una forma que no esperó.

    Mirando el bello perfil del chico frente suyo sonrojarse levemente, lo ignoró.

    Le ayudaría a su orgullo que él hiciera como si nada hubiera sucedido, y también le ayudaría a Kouki a no empezar algún vínculo involuntario con ese chico, que era una de las últimas personas con las que Kouki quisiera relacionarse.

    Si Kouki hubiera sabido que terminaría en esta situación, hubiera traído unos clavos y los hubiera clavado en la tabla que daba la entrada a este lugar.

    Kouki descubrió un lugar secreto en su escuela, ubicado en el espacio verde del patio. Al ser su escuela tan enorme, era fácil salir de la vista de la gente y llegar aquí, cerca del final de la cerca tapada por arbustos, había una tabla floja que llegaba a un pequeño lugar.

    También estaba rodeado de árboles y arbustos, era un terreno sin ocupar que también le pertenecía a la escuela, por lo que nadie podría decirle nada.

    El lugar era lo suficientemente pequeño como para no ser notado por otras personas, pero a la vez, lo suficientemente grande para recostarse cómodamente.

    Un poco extrecho si eran dos personas.

    Era el lugar seguro de Kouki, donde personas hipócritas y molestas no se ven ni se escuchan, por lo que, cuando de la nada llegó él, callendo literalmente a sus pies, no pudo evitar mostrar su disgusto.

    Aún más cuando este le pidió por quedarse allí hasta que la hora del almuerzo acabace.

    Grrr~...

    — ...

    — ...

    Su estómago volvió a rugir, pero ninguno dijo nada.

    Kouki frunció el ceño.

    'Al menos podría haber traído su almuerzo...'

    Kouki podría parecer un poco antipático, pero la verdad era que es muy amable y blando.

    Así que, cuando la barriga del chico sonó por tercera vez, soltó un suspiro silencioso y le tendió su caja de bento, donde había aún una hamburguesa con queso, dos cortes de tamagoyaki, arroz, un cherry y brócoli.

    — ¿Quieres?

    — ...

    Sus bonitos ojos lo miraron en silencio, tenía los labios fruncidos y parecía un poco avergonzado, pero no habló y ni siquiera miró el bento, solo miró el rostro de Kouki.

    — Si no quieres está bien, pero no creo que quieras pasar la misma vergüenza que estás pasando ahora en el salón de clases. Come un poco.

    El abrió su boca, parecía que iba a refutar las palabras de Kouki, pero...

    Grrr~...

    — ...

    — La cuarta vez... Toma, espero no te moleste utilizar los mismos palillos.

    En silencio, él tomó el bento y los pelillos, y aunque parecía un poco reacio a comer, no quería que su estómago volviera a hacer ruido.

    Kouki no estaba interesado en verlo comer, por lo que ni siquiera vió su reacción al dar el primer bocado. Sacó su celular y comenzó a jugar uno de sus juegos, de esa forma, al menos él no se sentiría incómodo al comer también.

    Aunque Kouki no lo miraba, se sorprendió de lo silencioso que era ese chico al comer, tanto que hasta se preguntaba si lo estaba haciendo o no.

    Sorprendentemente, él comió todo. Dejó la caja de bento y los palillos lo más cerca de Kouki posible, sin romper su espacio personal y ese muro invisible que existe entre dos personas que no se conocen en nada.

    — Gracias.

    Su voz era suave y bonita, lastima que fue lo último que dijo.

    — No fue nada.

    Pero no fue la última vez que lo vió.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 







Eeeeeeeeeeeeeeee

Sentí la necesidad de subir algo, y encontré esto en mis borradores ya olvidado, y me acordé de que me gustó cómo quedó y acá está, espero lo disfruten bebés ♡⁠(⁠Ӧ⁠v⁠Ӧ⁠。⁠)

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