11. Me robé al gato

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En su ya desesperación por volver a tener a Chifuyu, decidió recurrir a su última opción, la que prácticamente improvisó y mantenía como una alternativa última para casos desesperados; lo cual ya estaba sucediendo.

Pedirle consejos a otro omega: a su buen amigo Mikey.

—Como amigo y omega te digo que me das asco.

—¡MIKEY, NO SEAS ASÍ! —Baji espetó con dejes suplicantes.

Sabía que Mikey aún estaba resentido con él por todos esos comentarios que casi le cuestan la vida, así que ante la renuencia del omega a querer verlo Baji tuvo que plantarse en su casa, arrojando piedritas hacia la ventana de su habitación, hasta que la paciencia del rubio se agotó y se forzó a abrirle la puerta.

—Es la verdad. Chifuyu hizo lo correcto en darte esas cachetadas, aunque hubiera preferido que te diera en los huevos —bufó, sentado con las piernas cruzadas al borde de su cama—. Ah, cierto, no tienes.

El alfa soportó el tic que se le había formado en el ojo, repitiendo mentalmente su nuevo mantra personal: hago esto por Chifuyu, hago esto por Chifuyu, hago esto por Chifuyu.

—Escucha. Yo sé que lo arruiné en grande y de verdad me arrepiento. ¡Incluso caí tan bajo como para pedirte ayuda a ti!

—¿Por qué no Mitsuya? —Mikey lo miró con las cejas arrugadas, inquisitivo—. Creí que él era el experto en romance y esas cosas.

—Porque tú eres omega y Chifuyu también.

"Y porque Mitsuya está mucho más molesto que tú" Se guardó los detalles para sí mismo por el bien de su propia dignidad.

—Ya, y automáticamente todos estamos hechos del mismo molde ¿verdad?

—Yo qué sé, pero sí se parecen y quiero que me ayudes a reconciliarme con él.

Mikey soltó un gruñido, apretando el puente de su nariz con frustración. Baji podía ser verdaderamente irritante a veces y su increíble –e incluso a veces virulenta– terquedad usualmente orientaba a la gente a ceder a sus exigencias.

Que mocoso.

—No sé en qué podría ayudarte. —Se encogió de hombros con desinterés—. No conozco a Chifuyu y no sé cómo es él.

—Vamos, vamos, solo esfuérzate.

El alfa se hizo un lugar a su lado en la cama y lo agarró de los hombros con fervor, forzando una sonrisa entusiasta que le daba cierto repelús a Mikey.

—A ver, si estuvieras enojado con Draken ¿qué quisieras que él hiciera para reconciliarse?

El omega suspiró con resignación y torció los labios en un gesto dubitativo. Duró algunos segundos emitiendo un suave tarareo concentrado y apretando sus labios entre sí antes de que finalmente su boca se abriera para proferor una respuesta:

—Una bolsa grande de dorayakis podría funcionar.

Baji quiso estrellar su cabeza contra la pared ante esa respuesta tan inútil. Chifuyu ni siquiera era fanático de esos dulces, él prefería las galletas de animalitos con sabor a chocolate, pero solo se comía las que estaban rotas, porque le daba pena destrozar las que aun conservaban su perfecta forma intacta.

Sí, Baji llegaba a fijarse y recordar esos detalles mínimos.

—¡Eso no me sirve de nada!

—¡Pues, entonces no me jodas!

Keisuke soltó un gruñido irritado, cruzándose de brazos y mirando con perspicacia al omega. Éste entrecerró los ojos con cautela ante el semblante terriblemente sospechoso que había formado.

¿Puedo ser tu alfa? | BajiFuyu (omegaverse)Where stories live. Discover now