Capítulo 52

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Emiliano¿Crees que podríamos hablar? 

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Emiliano
¿Crees que podríamos hablar? 

Envié el mensaje apenas terminé de escribirlo, ni siquiera me di permiso de revisarlo para no arrepentirme de último momento. El círculo verde, junto a una fotografía de los dos, reveló Pao estaba conectada, pero eso no significaba lo vería enseguida. Para mi buena (o mala) suerte lo hizo.

Las dos palomitas azules se marcaron en la esquina inferior un segundo después. Jugueteé con mis dedos, esperé una respuesta impaciente, pero nada llegó, tras varios largos minutos entendí el mensaje. Me quedé con el visto clavado. ¡En visto! Solté un resoplido. No había pensando en esa posibilidad, consideré hasta que me mentara la madre, pero no sabía cómo combatir con un silencio.

Una parte de mí me dijo que debía dejar de insistir hasta que pudiera verla, pero el lío estaba en que era testarudo y además necesitaba pedirle un favor. Cerré los ojos, maldiciéndome a mis adentros mi idiotez, a buena hora se me ocurrió ponerme a cometer estupideces. Con el final dictado solo quedaban un par de opciones: mantenía mi orgullo o usaba la cabeza. Decidí ser honesto.

Emiliano
¿Puedes hacerme un favor?

Bien, creo que exageré con la honestidad, dudé reflexionando si sonaría demasiado agresivo. , admití regañándome. ¡Una cosa solamente tienes que hacer y lo estropeasDebí añadir una explicación o al menos un saludo para que no me creyera era un convenenciero, así que antes de que pudiera verlo intenté arreglarlo a la velocidad de la luz.

Emiliano
Es para mamá.

No supe si se trataba de la mejor aclaración, pero esta vez la respuesta no tardó en llegar.

Mi Pao
¿Ella está bien?

Emiliano
Claro. En realidad, quería saber si podrías, solo si puedes, preguntarle "casualmente" qué lugar siempre ha querido conocer en México. De preferencia que parezca mera curiosidad, no un encargo. En verdad te lo agradecería.

Sin despegar la mirada de la pantalla esperé una respuesta, sintiéndome un primerizo, pero de nuevo solo recibí el aviso de que sí había leído el mensaje. Pensé que me había mandando al diablo al creer se trataba de una tonta excusa o simplemente porque le aburría, lo cual sería razonable, por lo que confieso me sorprendí cuando mi celular sonó. Reconociendo el nombre no lo pensé ni dos veces antes de contestar esa llamada. No sabría decir si mi rápida respuesta fue por la emoción, o por el miedo que se echara para atrás, tal vez una combinación de ambas.

—¿Para qué quieres saber el lugar que siempre ha querido conocer? —repitió mis palabras sin darme oportunidad de saludarla. Me quedé con las palabras en los labios. De todos modos sonreí en la oscuridad de mi habitación al escuchar su voz del otro lado de la línea. Tuve que agitar la cabeza, para despabilarme.

El club de los rechazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora