Capítulo 33

3.2K 585 903
                                    

Advertencia: Este capítulo fue escrito con el mayor respeto posible

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Advertencia: Este capítulo fue escrito con el mayor respeto posible. Toca temas fuertes. Quiero hacer la aclaración que los comentarios, opiniones y pensamientos de los personajes no tienen nada que ver con mi opinión como  autora.  Mi cariño, respeto y comprensión para todos. Un enorme abrazo. 

➖➖➖➖➖➖

Cinco años atrás.

Después de terminar con Sabrina, tras un par de meses de relación destructiva para los dos, no volví a salir con ninguna chica. Pasé los primeros años encerrado en aquella tienda, lejos de las personas, pensando en el horrible futuro que me esperaba, anhelando el pasado. Fueron épocas oscuras, donde ni siquiera me reconocía. Era como si me hubiera poseído un demonio. Siempre de mal humor, agresivo y a la defensiva ante las miradas. Me convertí en una bestia que temía a la luz.

Pero con el paso del tiempo, acepté que no podía seguir destruyendo la vida de mi madre. Estaba claro, si continuaba necesitaba salir del pozo. No fue fácil, pero lo hice, más por ella, que por mí. Así que estudié, conseguí un empleo e intenté hacer lo que el resto consideraba exitoso. Me esforcé por hacerla sentir orgullosa.

Sin embargo, siendo completamente honesto, uno nunca deja de ser humano. Como cualquier chico de mi edad, tras muchos años en soledad empecé a extrañar la compañía. Cuando fui capaz de ver las fotografías de mis antiguos amigos, sin deseos de romper el celular a causa de la frustración de no ser ellos, caí en cuenta que todos estaban formando sus vidas afuera. Comencé a preocuparme. No me angustiaba el final, sino el día a día. ¿Estaba condenado a soportar todo lo que me quedaba con la única compañía de mi madre, a la que no le quedaba otra opción? No me malinterpreten, adoraba a esa mujer, daría la vida por ella sin pensarlo, pero echaba de menos que alguien quisiera estar conmigo por voluntad propia, que le naciera sin razones. 

Quizás si nunca hubiera pensado en ese lío no me hubiera afectado, hay gente que disfruta de la soltería, pero yo siempre me vi en una relación. No quería renunciar a las mujeres, que siempre fueron mi debilidad. El problema estaba en que la silla parecía borrar el hecho de que yo era un hombre. Las personas empezaron a tratarte como un niño, como si de forma mágica al perder la movilidad también echara a la basura mi madurez. Las pocas clientas que se fijaban en mí, no de manera romántica, al verme tras mi escritorio reparando algo, solían utilizar esa voz infantil que usaban con sus sobrinos o mirarme con esa pizca de lástima que mataba cualquier esperanza.

Estaba tan desesperado por probarme que podía seguir siendo lo que era, demostrar que seguía siendo un hombre, que cometí una locura. Le hice caso a uno de mis amigos y entré a esas páginas de citas por internet. Sí, no me orgullece, pero no tenía más oportunidades que conocer a alguien que por medio de una pantalla. En el fondo tenía bloqueado la opción de salir de casa, por miedo a que me vieran como un bicho raro. Pensé que esa aplicación me facilitaría hallar un montón de personas que estaban igual de perdidas que yo.

El club de los rechazadosWhere stories live. Discover now