𝐗𝐗𝐗

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𝐏𝐢𝐩𝐞𝐫

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𝐏𝐢𝐩𝐞𝐫

Piper no sabía gran cosa sobre el Mediterráneo, pero estaba segura de que no debían caer heladas en julio.

A los dos días de travesía marina desde Split, las nubes grises engulleron el cielo. Las olas se encresparon. Una fría llovizna cayó sobre la cubierta y formó una capa de hielo en las barandillas y las cuerdas.

—Es el cetro —murmuró Nico, levantando el antiguo bastón—. Tiene que serlo.

Piper tenía sus dudas. Desde que Jason y Nico habían vuelto del palacio de Diocleciano, se habían mostrado nerviosos y reservados. Algo grave había pasado allí: algo que Jason no quería contarle.

Tenía sentido que el cetro hubiera provocado el cambio climático. La esfera negra que tenía en la parte superior parecía absorber el color del aire. Las águilas doradas de su base emitían un brillo frío. Supuestamente, el cetro podía controlar a los muertos, y sin duda desprendía malas vibraciones. El entrenador Hedge le había echado un vistazo, había palidecido y había anunciado que se retiraba a su camarote a consolarse con sus vídeos de Chuck Norris. (Aunque Piper sospechaba que estaba enviando mensajes de Iris a su novia Mellie; el entrenador había estado muy intranquilo con ella últimamente, aunque se negaba a contarle a Piper lo que ocurría).

De modo que sí..., tal vez el cetro pudiera causar una extraña tormenta de lluvia helada, pero Piper no creía que fuera el motivo. Temía que estaba sucediendo otra cosa: algo todavía peor.

—No podemos hablar aquí arriba —decidió Jason—. Aplacemos la reunión.

Se habían congregado todos en el alcázar para debatir la estrategia a seguir conforme se acercaban a Epiro, pero saltaba a la vista que no era un buen lugar para reunirse. El viento barría la escarcha a lo largo de la cubierta. El mar se agitaba debajo de ellos.

A Piper no le molestaban las olas. El balanceo y el cabeceo del barco le recordaban cuando hacía surf con su padre en la costa de California. Pero notaba que Hazel no se encontraba bien. La pobre chica se mareaba incluso en aguas tranquilas. Parecía que estuviera intentando tragarse una bola de billar.

—Tengo que... —Hazel sufrió arcadas y señaló abajo.

—Sí, vamos.

Nico le dio un beso en la mejilla, cosa que sorprendió un poco a Piper. Él apenas hacía gestos de afecto, ni tan solo con su hermana. Parecía que aborreciera el contacto físico. Besar a Hazel... era como si se estuviera despidiendo de ella.

La única vez que lo había visto tan afectuoso era cuando... Cuando Helena... Sintió un amargo sabor en su garganta, el solo recordar el cómo su amiga había caído al Tártaro junto a su novio y ella no había estado para ayudarle la atormentaba.

Esperaba que ellos dos estuvieran bien, en donde sea que estuvieran.

—Te acompañaré abajo —se ofreció Frank a la vez que rodeaba la cintura de Hazel con el brazo y la ayudaba a bajar la escalera.

𝐌𝐨𝐨𝐫𝐥𝐚𝐧𝐝; Percy Jackson [#3] Where stories live. Discover now