𝐗𝐗𝐈

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King - Lauren Aquilina

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King - Lauren Aquilina

𝐏𝐞𝐫𝐜𝐲

Percy no estaba precisamente como unas castañuelas.

Primero unos malvados dioses marinos lo habían expulsado de Atlanta. Luego no había podido impedir el ataque de una gamba gigante en el Argo II. Más tarde los ictiocentauros, los hermanos de Quirón, ni siquiera habían querido conocerlo.

Después de todo eso, habían llegado a las Columnas de Hércules, y Percy había tenido que quedarse a bordo mientras Jasón el Importante visitaba a su hermanastro Hércules, el semidiós más famoso de todos los tiempos junto a su hermosa novia la cuál fue amenazada y el no puedo hacer nada.

Vale, muy bien, por lo que Piper y Helena dijeron después, Hércules era un capullo, pero aun así... Percy se estaba hartando de quedarse a bordo del barco y de pasearse por la cubierta.

Se suponía que el mar abierto era su territorio. Se suponía que Percy tenía que tomar la iniciativa, hacerse cargo de la situación y mantener a todo el mundo a salvo. En cambio, durante toda la travesía por el Atlántico, no había hecho prácticamente nada salvo charlar con tiburones y escuchar al entrenador Hedge cantar temas musicales de televisión.

Para colmo de males, Helena había estado algo distante desde que habían partido de Charleston. Se había pasado la mayor parte del tiempo en su camarote, estudiando el mapa de bronce que había rescatado en el fuerte Sumter o buscando información con el portátil de Dédalo.

Cada vez que Percy pasaba a verla, la preocupación le golpeaba. La última vez que había visto a Helena antes de ser secuestrado por la caritativa alma de Hera, ella lucia saludable y llena de vida pero cuando volvió a verla se notaba el cansancio y dolor de esos últimos meses en ella.

Parecía que ahora estaba recuperando energías pasando tiempo con él, pero todo el asunto de Nico y la misión que le había dado su madre la estaban consumiendo, podía verlo y le dolía no poder hacer nada.

Por lo que las conversaciones acostumbraban a ser más o menos como la siguiente:

Percy: Hola, ¿cómo te va?

Helena: Abrázame....

Percy la abrazaba y segundos después su novia ya estaba durmiendo, totalmente exhausta y tenía que irse en ese preciso instante sin siquiera poder conversar.

Un día después también trataría de conversar pero...

Percy: Cariño... ¿Has comido algo hoy?

Helena: Agua.

Y ahí Percy tenía que traerle la comida para que su novia no muriera de inanición, pero algunas veces estaba tan perdida en sus pensamientos que ni la misma Atenea podría sacarla de sus divagaciones.

𝐌𝐨𝐨𝐫𝐥𝐚𝐧𝐝; Percy Jackson [#3] Where stories live. Discover now