Capítulo 9

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Londres, dos de diciembre, 2020.

Siempre pensé que la universidad era el periodo que más iba a estresarme en toda mi vida. Eso o mis primeros días de haber empezado mi vida laboral. Ambos aspectos tienen en común que siempre hay alguien respirándote por el oído, y sientes que te están vigilando a cada momento, con la urgencia interna de que no puedes cometer ningún error porque a la larga puede jugarte en contra.

Ahora, siento que esos tiempos eran nada estresantes comparados a los de ahora, teniendo a mi hermana y a mi mejor amiga embarazadas al mismo tiempo.

Si una no me llamaba preguntándome por cómo deberían verse las uñas de las manos, la otra me mandaba mensajes cada cinco minutos avisándome de cada cambio que sentía en su cuerpo. Es que, Dios mío, ¿acaso no tienen sus doctores que puedan resolver sus dudas e inquietudes? Apenas aprobé la clase de Maternidad y Neonatología, y ellas creen que tengo el conocimiento absoluto del embarazo.

Estos días han sido una montaña rusa entre esas dos. Partiendo porque Tess me pidió ayuda para acomodar una parte de mi habitación para la llegada de su frijol, mientras que Jane insistió en que debía acompañarla a su control con su obstetra para que estuviera atenta a 'cualquier acto sospechoso'.

Por otro lado, Harry fue simplemente lo mejor. Luego de que hayamos acordado en tomar las cosas con calma e ir lento, él me dijo que no iba a intentar nada hasta que yo tuviera la iniciativa propia. No lo veía desde el domingo, pero sí me dediqué a llamarlo todos los días, sólo para escuchar su voz y para asegurarme que él seguía ahí para mí. Tampoco quería que pensara que no quería nada con él, cuando la verdad de las cosas era todo lo contrario. Demonios, lo amaba. Y me parecía ridículo y hasta contraproducente querer avanzar un paso cuando fui yo la tonta en proponerle lo de 'tomar las cosas con calma'.

Deberían darme el premio de la persona más idiota del mundo.

Mamá ya se había recuperado por completo. Mi papá me llamaba de vez en cuando contándome que cada día estaba con más ánimos, los cuales definitivamente aumentaron en cuanto se enteró que será abuela y bueno, cuando me vio nuevamente con Harry.

Mariam me había escrito preguntándome cuándo volvería a trabajar, y yo le respondí que apenas me ordenara con el par de embarazadas volvería a mi jornada laboral como los viejos tiempos.

—Odio esto, es peor que las resacas —Tess gruñó, sus brazos abrazando el inodoro mientras yo estaba a su lado, sosteniéndole el cabello.

Eran las siete de la mañana y ya había empezado con las náuseas matutinas, sólo que jamás esperé que iba a ser tan temprano.

Bostecé e hice un ruido con mi garganta solo para hacerle saber que la había escuchado, a pesar de que me pesaban los ojos por el sueño. Acaricié su espalda con lentitud, ésta sacudiéndose ligeramente bajo mi tacto mientras su cabeza se hundía más dentro del inodoro para seguir vomitando.

—¿Quieres que te prepare un té? —le pregunté, aguantándome otro bostezo. A cualquier persona le daría asco ver y escuchar a otra vomitando, pero la verdad era que yo estaba acostumbrada.

En toda mi carrera vi, toqué y escuché cosas peores, así que los vómitos eran inofensivos.

Ella asintió con la cabeza y soltó otro quejido de su boca. Me levanté apenas y estiré mis extremidades hasta hacer tronar un par de huesos. Me froté los ojos hinchados por la deprivación de sueño al mismo tiempo que caminaba hacia la cocina para poner agua en la tetera.

Me senté en la mesa y apoyé mis antebrazos sobre la madera, escondiendo mi rostro y cerrando mis ojos. Siendo la enfermera personal de Tess y Jane al mismo tiempo definitivamente gastó todas mis energías y me cansaba más de lo normal.

A little bit yours » h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora