Capítulo 6

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KIARA


Esa mañana me desperté más temprano de lo normal para ir con Maya a visitar a mi madre al hospital, antes de ir a la facultad. Se la veía muy cansada pero el brillo volvió a sus ojos nada más vernos.

—Mamá, he sacado un diez en historia y esta tarde Kiara me llevará a casa de Emma para ver una peli...—le explicaba mi hermana con entusiasmo mientras mi madre la escuchaba atentamente con una sonrisa un poco débil pero brillante en la cara.

Se me enterneció el corazón y pensé en lo mucho que amaba estos momentos con ellas.

Los médicos eran optimistas aunque todos coincidían en que tomaría mucho tiempo y yo estaba cada vez más preocupada por el coste.

Después de la visita dejé a Maya con nuestra vecina, Lupe, una señora de sesenta años, menuda y con mucha vitalidad en sus ojos verdes para la edad que tenía. Tenía cinco hijos y seis nietos que adoraba y no le importaba cuidar de mi hermana a la que quería como una hija. Mi hermana ya había terminado el curso escolar pero a mí todavía me quedaban un par de semanas.

Quedé con Emily en una cafetería para desayunar e ir juntas a la facultad.

Cuando llegué ella ya estaba sentada en una de las mesas con un café y una magdalena de limón delante. Supe inmediatamente que no había dormido bien por los círculos violáceos bajo sus ojos.

—¿Cómo estás? —pregunté con un tono suave. Ayer, cuando nos marchamos de la playa, me contó todo lo que había ocurrido con Carson. Se habían besado y eso le estaba causando dolores de cabeza. Le gustaba Carson pero tenía claro que era de esos chicos que no le iban las relaciones serias. Me hubiese gustado discrepar pero lo cierto era que se le notaba a lenguas. Tal vez para otra persona ese pequeño detalle no hubiese importado pero mi amiga había sufrido mucho.

Resopló.

—Fatal. Ki, ese chico...me atrae mucho. Pero siento que va a romperme el corazón.

—Deja que las cosas fluyan, Emily. Ve despacio. No te tires a sus brazos de una vez pero quizás...podrías darte la oportunidad de conocerlo un poco más. Simplemente, trata de proteger tu corazón.

Asintió.

—Sí, creo que quizá me precipité...—gimió y se tapó la cara con las manos—Dios, actué de una manera muy inmadura. Me fui de allí como si me hubiese besado un sapo.

Me reí.

—Sí, más o menos. Estabas pálida como esa pared.

Abrió la boca con indignación y me lanzó su servilleta la cual esquivé sin poder parar de reír.

—¡No estaba pálida! —sacudió la cabeza y se puso un poco más seria—Me escribió a altas horas de la noche. Me dijo que estaba confuso y que si había hecho algo mal que se lo dijera. No le he contestado. ¿Debería hacerlo?

Asentí.

—Puede que sea un mujeriego pero ha sido bastante maduro al escribirte, se merece una explicación.

Asintió.

Me pedí un batido de nata y fresa y una galleta enorme de chocolate. Charlamos sobre temas banales como que estábamos muy emocionadas por una nueva serie de Netflix, la universidad y sobre el pronóstico de olas de aquella tarde. Por lo visto iban a ser grandes.

—Tenemos que ir a hacer surf—dije, emocionada y ella asintió de acuerdo.

Solo tuve que asistir a tres clases por lo que salí temprano de la facultad y luego conduje hasta el refugio. Saludé a mis compañeros y me coloqué el uniforme.

Tú y yo, algo inevitable (+18)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon