Capítulo 1:

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TYLER


No me hacían ni puta gracia estas situaciones en los partidos. Y más cuando era un partido tan importante como este. Se trataba nada más y nada menos que la final de la Lamar Hunt U.S Open Cup.

Quedaban tres minutos para que la prórroga acabase.

E íbamos empatados.

Teníamos que remontar pero ya.

El público estaba casi tan tenso como nosotros. Sentí como si tuviera una enorme mochila sobre sus hombros. Una mochila que llevaba toda la confianza de nuestra afición en ella.

Mike me pasó el balón y asentí hacia Gordon. Este se acercó más a la línea de defensa e hice un pase preciso y efectivo el cual recibió. El balón fue pasando por algunos de mis compañeros, a pesar de los esfuerzos del equipo contrario para robárnoslo, hasta llegar de nuevo a mí que había corrido hasta posicionarme relativamente cerca de la portería.

Es ahora o nunca.

Chuté con toda la precisión que pude y sentí como una fina gota de sudor me recorría la espalda por la tensión acumulada. Pestañeé cuando escuché la ovación del público y esbocé una sonrisa cansada pero de satisfacción.

Había marcado, joder.

Todo mi equipo corrió hacia mí, emocionado, para abrazarme y vitorearme.

—¡Eres un puto crack, colega! —exclamó Carson dándome unas palmadas en la nuca y luego revolviendo mi pelo. Sonreí y choqué los puños con él como hacíamos siempre.

Joder, me sentía increíblemente feliz de haber ganado. Para mí no había nada mejor que competir limpiamente y dándolo todo, con deportividad, y luego ganar merecidamente y sentir el calor de tu afición.

Esa era la magia del fútbol para mí.

El entrenador nos felicitó y me sentí genial al ver su mirada de orgullo.

Travis Rogers era un hombre hermético pero apasionado del soccer y sabía prepararnos mejor que nadie. A pesar de no ser un hombre muy expresivo sabía que se le llenaba el corazón al vernos ganar.

La euforia reinó en los vestidores. Todo eran bromas, risas, miradas de orgullo y, obviamente, cantamos nuestro himno y también lo hicieron con mi nombre por ser quien desempató.

Os lo juro, era la mejor jodida sensación.

—¡Somos jodidamente campeones! —gritó Mike sacando una botella de champán de no sé dónde y abriéndola haciendo que esta soltase un buen chorro de espuma.

Sin embargo, hubo algo que me bajó un poco los humos.

Chuck y Cole no parecían muy contentos que digamos.

Carson me dio una palmada en la espalda y me dio una mirada tranquilizadora.

—No les hagas caso, tío, ya sabes cómo son.

Asentí.

Nunca me había llevado muy bien con esos dos. Y no es por hacerme el bueno pero lo cierto es que nunca les había hecho nada malo. Simplemente, la tomaron conmigo desde que entré al equipo.

Deberían dejarse de tonterías y darme las gracias por desempatar.

Sacudí la cabeza y seguí celebrando la victoria con mi equipo.

Media hora después todos salíamos de los vestuarios duchados y vestidos. Era tradición montar una buena fiesta después de cada partido ganado y hoy tocaba en casa de Harry, el portero del equipo.

Tú y yo, algo inevitable (+18)Where stories live. Discover now