Cuando conocí a Eva las cosas se complicaron un poco. Ella me lo advirtió, no era quien aparentaba. Por esa razón debería mantenerme alejado de ella. Sin embargo, había algo dentro de mí que pasaba de las advertencias y me atraía hacia Eva como una polilla hacia la luz. Nosotros no somos parecidos en nada. Ella es... es ella. Misteriosa, antisocial, y misteriosa -alto, eso ya lo dije- pero sí, una caja de sorpresas en fin. Yo, en cambio, soy una de las personas más abiertas que el mundo conocerá. Me gusta que la gente sepa lo que siento, y sobretodo luego de que mi hermano haya muerto hace ya unos meses. En síntesis, somos diferentes en todos los aspectos. Y cuando digo todos, es que ni siquiera nuestra humanidad se comparte. Pero los polos opuestos se atraen, ¿verdad?