Dedicado a todas las victimas que murieron y a las que siguen muriendo tanto en manos de la guerrilla como de los paramilitares que sacuden aún hoy esta tierra amable y soñadora. Mi relato de IX capítulos trata sobre los sueños de un caserío que quiso ser reconocido como uno de los centros turísticos de mi Villa y terminó hundido en el oscuro mundo de las masacres y la guerra sangrienta, al peor estilo de exterminio nazi y al holocausto que nos tocó y cambió la mente de un pueblo para siempre. Acá narro las masacres, cómo desmembraban a las víctimas, cómo eran incinerados sus cuerpos y cómo nos tocó ser permisibles sin derecho a decir nada. Relato desde mi punto de vista como el Estado señala de víctima sólo a sus muertos o a los familiares que penosamente perdieron a sus allegados y no advierten que todos somos víctimas, que acá no sólo se pierde la vida sino también todos los sueños, los proyectos de vida, y las fortalezas con las cuales nacimos. En el VIII capítulo escribo sobre los proyectos de vida y como poco a poco sus gentes adaptadas a la violencia, de nuevo empiezan a abrirse paso para surgir, para progresar, para educarse y pensar en una solución mas humana. El IX y último capítulo es de mensajes de esperanza para un país hermoso, lleno de vida, luchador a pesar de sus más de 220.000 muertos que lleva el conflicto armado.