Nunca quise estar aquí. Había leído hace mucho en un cuento infantil que las cosas suelen darse por un motivo. Quizás en mi vida pasada haya hecho algo particularmente malo para, en el presente, residir en una casa de placer. No era una esclava, pero seguía siendo una prisionera. Mis alas iban a ser cortadas cuando cumpliera quince. Arrancando y aplastando todos los sueños que alguna vez pude llegar a tener. Soy Elia, y de no haber sido por que la rueda del destino comenzó a girar salvajemente ésa noche cuando su mirada surgió de improvisto y se clavó poderosamente en la mía, no podría haber conocido el motivo por el que hoy, llegué tan lejos.