Circe Evans, era como le gustaba que la llamaran, como su madre le había dicho que debía decir que se llamaba, nunca dar su verdadero apellido y por nada del mundo decir que él era su padre, o si quiera que eran familia.
Su madre muggle, casada ahora con otro muggle, de buena familia, y él era bueno con ella, pero no era su padre. Tenían mucho en común, y adoraba a la media hermana que tenía Petunia, era sus ojos, pero eran diferentes, todos lo sabían, pero lo ignoraban, hasta que él llego a sus vidas.
Quizá fue antes, pero Circe no lo quería ver así, amaba a su familia, a pesar de que ahora Petunia la veía como una absoluta abominación. Más por sus marcas, cinco en total, en su espina dorsal, perfectamente visibles, de un rojo opaco, apagado.
Su madre se lo había explicado, son las marcas de almas gemelas, pero ella nunca había visto tantas, menos, que se mostrarán desde tan pequeña.
A veces picaban, dolían, pero a veces, la llenaban de consuelo y amor. Pensaba que cuando los viera, inmediatamente la querrían. Como un cuento de hadas.
Había una vez una princesa, encerrada en una torre, custodiada por un dragón, eternamente triste, pero, cinco caballeros, de brillante armadura, poderoso cuerpo, y corazón bondadoso, llegaron a por ella, pelearon con el dragón, y vivieron felices por siempre.
¿Fin?All Rights Reserved