-Juventud, divino tesoro.- Fue lo que escuché en un susurro, justo antes de sentir una mordida en el lóbulo de mi oreja que me erizó todos y cada uno de los vellos de mi piel. . . . -Soy padre, Bonito.- Dijo haciéndome sonrojar nuevamente mientras yo me deshacía de mis medias y él se acercaba.