Eran la perdición del otro, lo peligroso era que ambos supieron esto cuando se vieron por primera vez y aún así la adrenalina por sentir el cuerpo del otro era aún mayor, permitiéndose jugar un poco con el fuego antes de arder con el.
Eran la perdición del otro, lo peligroso era que ambos supieron esto cuando se vieron por primera vez y aún así la adrenalina por sentir el cuerpo del otro era aún mayor, permitiéndose jugar un poco con el fuego antes de arder con el.