Sus pasos resuenan en la enorme sala, estantería tras estantería ve pasar de reojo los libros que contienen las vidas de todo ser humano en el mundo. Atrapadas en encuadernaciones negras tituladas con sus nombres, los pasados, presentes y futuros de cada persona viva en el mundo están a un par de paso de distancia de ella. En pocos minutos, justo al lado de él único libro de esta infinita biblioteca que no puede leer, aparecerá el libro del nuevo miembro de su familia y ella es la encargada de leerlo. Se detiene frente a la enorme estantería en la que descansan los libros de su familia y mira con nerviosismo el hueco vacío al lado de su propio libro. Pronto su hermano nacerá y en ese hueco aparecerá el tomo titulado con el nombre de su medio hermano pequeño y el destino de este. El libro de su hermano aparece y ella siente que podría vomitar al verlo. Sabe lo que significa que un libro que debería contener toda una vida apenas llegue a un par de páginas, al alcanzar el libro nota otra diferencia con el resto y es que el libro de su hermano no tiene nombre. Selena tiene doce años, ya ha recorrido la mayoría de las estanterías de esta inmensa biblioteca y es la primera vez que ve un libro sin nombre. En el fino lomo, destacando en el negro donde debería haber escrito con delicada prosa plateada el nombre de Alexandru Castinger, no hay ni una sola interrupción y en la portada donde también debería estar escrito su nombre sin el apellido tampoco encuentras nada más que el liso negro. Al abrir el libro, titulado con el número de la edad de la persona, debería estar escrito en pequeña letra negra como la de un libro de bolsillo cada detalle desde lo primero que ocurre al salir de la madre hasta el último detalle de su muerte y sin embargo, igual que el lomo y la portada está en blanco.
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