Balto fue capturado, y luego obligado a ingerir ciertas sustancias, así como también y sin poder hacer nada, mientras era inyectado con diferentes agentes químicos desconocidos, los cuales poco a poco irían cambiando su cuerpo por dentro, y lo que este puede hacer también por fuera. De la nada Balto se había vuelto a capaz de hacer cosas, pero muchas cosas que el resto de personas normales no deberían de poder hacer para nada. A partir de ese día, Balto seria todo menos normal, desde luego, que ahora todo se había vuelto cualquier cosa menos lo normal, y lo peor de todo, era que por miedo o vergüenza, Balto ahora se vería así mismo en la necesidad de esconder su nuevo y gran secreto, de todos, incluso de su familia o de su pareja, en quienes por lo visto, Balto había visto que decirles no seria una buena idea. Su trabajo era el de combatir al mal, y luchar contra el bien común, pero al menos mientras nadie supiera donde estaba el, ni mucho menos lo que ahora era capaz de hacer, en definitiva nadie iba a sospechar. Mientras nada, ni siquiera aquellas personas en las que se supone el debería de poder confiar lo supieran.