Porque una llama que una vez se encendió no puede ser apagada. No hay nadie como él y eso lo entendió al intentar besar a un montón de chicos, a uno que otro mayor que ella y nada. Nada. Nada de nada le hacía latir el corazón con tanta violencia como él. Porque le encendía la piel con una sola caricia infernal y quería arder entre sus brazos como alguna vez lo hizo, pero tenía miedo. Miedo. No de una cosa tan estúpida como la muerte, sino de perderlo otra vez y que su corazón quedará hecho polvo. Y no decía su nombre porque si lo hacía lo volvería de nuevo real. Pero ¿A quién quería engañar? Estaba al borde del delirio en ese momento donde sus miradas se cruzaron de nuevo. -¡Papi! -Bombón.