A las afueras de un modesto pueblo yacía un solitario monumento a la fe ciega, roido por el tiempo y reclamado por la hierba que se abría paso entre las grietas. Irónico que este lugar edificado para buscar refugio, esperanza y perdón terminara siendo la morada de un demonio, uno que encontrará expiación en quien menos imagino. **El arte utilizado como apoyo visual en esta historia no me pertenece**