Muchas veces eres espectador de las tragedias ajenas. Muchas veces observas llorar a las personas por cosas que seguramente nunca te pasarían a ti. Pero la vida no funciona así, en algún momento se invierten los papeles y te toca experimentar en carne propia todo lo que observaste. El día que dejó de ser espectador, fue el día que su novia murió. Ese día mi mundo se vino abajo.
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