Siempre te dicen que no aceptes bebidas de desconocidos, pero ¿y si quien adulteró mi bebida no fue precisamente alguien que no conocía? En quién creer si cuando despierto no me reconozco y tampoco la cama en la que estoy. La duda es mi más grande enemigo cuando los hechos se convierten en una pesadilla. Yo nunca quise ser una víctima, pero me obligaron a convertirme en una.