Habían muchas palabras para describirla, o tal vez no tantas. Pero Joe había encontrado una palabra perfecta: delicada. La había conocido, y era tan sorprendente que habían miles de cosas predecibles en Anne, pero también habían miles de cosas impredecibles. Entonces, Joe había decidido tratarla con delicadeza, cómo si fuera una muñeca de porcelana, ella era delicada, y su entorno también lo era. Y se había empeñado en que ella no se sintiera tan frágil como lo había sido antes. Él iba a hacer de esa chiquilla dulce y miedosa del mundo, una mujer completamente independiente, diferente, y más segura de sí misma, aunque al final del camino... hubiera una posibilidad de que ella escapara de todo y de todos. Incluyéndolo a él.