Siempre había un olor a té en el aire y siempre había una pelea de por medio cada vez que se veían. No había necesidad de saludos o formalidades en el momento que ojos azul plateado conocían negro eterno y una vez más, genia contra genia reconocían la fuerza de su oponente y daban todo de sí para ganar. Anotarían mentalmente los resultados de la batalla en su cabeza y se irían sin más, cada una a su escuela respectiva, como un ritual improvisado que eventualmente se había quedado. ...Pero por una vez en su vida, Momo realmente quería romper con aquellas reglas no dichas.