Eh estado remembrando aquellas tardes de cielo sangrante, de bugambilias en el aire y de luceros en el cielo. Recuerdo cuando comíamos helado y los sabores cotidianos nos enloquecían con arrebato. Tú de pistache y yo de garambullo. Y entonces me da por mirar atravez de mi ventana, a las horas del rayito de luz de luna en mi alféizar, y observo. Me encuentro con un árbol lleno de flores y color, y un poco a la derecha en el cielo un lucero que brilla cada vez más desde que te fuiste. Y después me pregunto, pudiste ser árbol, flor, lucero, atardecer, sabor y hasta melodía. Pero me doy cuenta de que te dió por no ser mía. Espera un poquito, no te vayas aún, tenemos tiempo, el para siempre puede esperar un poco.