Arthur Willem no era el mejor en ser feliz, no era el mejor haciendo feliz. Era bueno matando y torturando. Era el mejor sicario, hasta que conoció la felicidad y la perdió. Y una vez tocas el Cielo, y caes de vuelta a los Infiernos, lo ansías, lo ansías tanto que te consumes por dentro. Eso le pasó a Arthur Willem, se consumió por dentro, entró en la decadencia y la lucha entre sobrevivir con sus demonios o ceder a ellos, empezó.