La necesidad de desahogarme es tormentosa, los pensamientos están a punto de brotar a mi epidermis como espinillas. Vuelvo a las andanzas de media década atrás, por allá donde, para mí, la palabra valía más que cualquier cosa en este mundo. Triste la forma en que la palabra perdió su poder, por lo menos cuando vienen de alguien más, pero queda el poder de mis propias palabras y la importancia que les doy a estas. Por un tantito de tiempo que para mí ha sido eterno, he descartado la idea de que aquello que pueda pensar no es lo suficientemente valioso para expresarlo. Estaba equivocada, aún lo estoy, es momento de cambiar la forma en la que me veo.
7 parts