Dicen que lo prohibido sabe más dulce. Mientras me enrollo en tu piel, las uvas dan la llamada a la cosecha. Dionisio, cargaste el cuerpo de una fugitiva, cuya alma estaba a merced de la muerte. Rompiste los hilos dorados del destino por mi, por amor. En compensación amado mío, seré yo quien te protejera del mismísmo Olimpo.
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