¿Cómo iba a saber yo, que tenía que frenar, cuando ese maldito semáforo me indicaba lo contrario? Vamos, que el hombrecito en verde siempre ha sido avance, de toda la vida. ¿Cómo iba a saber yo, que en realidad, el aparato estaba roto y que marcaba verde todo el rato? Bueno, capaz podría haber prestado atención en si había algún auto cerca, pero, insisto, yo no soy ninguna adivina. Y ahí estaba ahora, estirada sobre el cemento en medio de la avenida con un dolor infernal en mi parte baja, es decir, estómago para abajo. Me resultaba un poco increíble estar todavía despierta, sabiendo que volé unos cuantos metros culpa de ese auto. O por mi culpa, yo qué sé. Aquí se relata la historia de dos mujeres que, aún sabiendo lo incorrecto de su relación, luchan contra la culpa y los prejuicios por su amor.