Este relato lo recolecté hace poco, entre fragmentos de periódicos, libros de historia, un par de películas infantiles y dos celulares perdidos en la selva. ¿Cuál selva? No recuerdo su nombre, tampoco si era selva; pero, estoy seguro que la conoces. Gobernaba un león majestuoso y arrogante. Al rugir hacía callar hasta a las ranas y cotorras mensajeras. Cada animal se inclinaba al verlo con temor a su fiereza; solo podía hablar aquel que se le otorgara el permiso real. En una de sus caminatas, el león pasó frente a un pequeño pajarito: -Hola señor león, un gusto saludarlo en esta bella mañana- Dijo sonriéndo. -¡¿Qué?!- Dijo molesto el león. -¿Qué que qué?- Respondió con curiosidad. -¡Cómo osas hablarme sin mi permiso!-