Relato corto. Al laborar, Sias era un ciego por obligación, un ciego de dieciocho horas que vulneraba la madre tierra en busca de los cristales que tanto ambicionaba su rey; un esclavo sin edad y sin tiempo, sin estaciones y en la mayoría de las ocasiones sin alimento; un niño, mas ni siquiera sabía qué tanto lo era, igual que no sabía de la existencia del día y de noche, igual que no sabía cómo era su rostro, e igual que no sabía cómo había sido el de sus padres o el de sus hermanos, o si alguna vez los tuvo.