Finalmente se apagó la luz de sus ojos, aquellos cristales azulados que tantas veces habían quebrado en llanto por un daño que no puso ser reparado. En el instante que noté que ya la perdía, intenté hacerla reaccionar, su vida era más importante que un chico, la vida es más que un simple enamoramiento, pero su cerebro hace bastante que había dejado de procesar y era su corazón el que le jugaba una mala pasada, el que se había destruido en pequeños pedazos que era casi imposible volver a unir. Le rogué que no lo hiciera, que no renunciara a su vida por algo tan insignificante, sin embargo, la última vez solo me dedicó una mirada, era una decisión tomada y por más que intentara ayudarla ella había perdido el amor por la vida y simplemente buscaba descansar de tanto dolor. Fue así como un enamoramiento me arrebató a mi mejor amiga. El tormento se apoderó de mí, pues algo llamado Filofobia entró en mi vida.