Él no fue un joven huérfano bajo la tutela de una malvada madrastra y dos hermanastras que lo apodaron Cinderello por dormir junto a una chimenea que lo dejaba cubierto de cenizas. Él se llamaba Ello, su cabello era rubio ceniza, y dormía con dos jabalís que le impregnaban un aroma a tierra mojada.
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