Como una antigua leyenda árabe o hindú, llena de moralejas y enseñanzas antiguas, se me presentó esta historia en un sueño furtivo, de esos que poco sobreviven en mi mente. Y a pesar de mi reticencia a compartirla, fui impelido por mi conciencia para escribir por lo menos algo que se le pareciera, pues reconozco que no soy un escritor profesional. Así que sin ánimo alguno de ser pretencioso y con la esperanza de que alguien, tal vez un gitano de las lecturas o un bohemio de los libros, de con él, quizá por casualidad, se interese en conocer esta historia, cuya moraleja es muy sencilla en su explicación, pero tan transcendental en sus implicaciones.