Cómo encontrar las palabras correctas para escribir y plantear el amor de dos seres que son como el agua y el aceite pero que desean unirse; cómo empezar a contar la historia de dos personas que desearían con todo su corazón jamás haberse conocido y al mismo tiempo bendecir el momento en el que el destino planeó y permitió su encuentro. Cómo condenar con letras la vida de dos personajes que entre más se amaban, más daño se hacían y que entre más cerca estuviese uno del otro, uno de ellos se iba apagando y extinguiendo como una vela. Me invade la nostalgia de sólo pensar que este es un amor que a pesar de no tener un "felices para siempre", ambos lo disfrutaron -al máximo- el tiempo que pudieron. Al menos, esa es la gran satisfacción que Darko aún conserva; en él viven los mejores momentos de la chica que lo intentó todo porque su romance fuese exitoso, la chica que cambió la vida de muchos, la chica que quizás le aguardaba un futuro menos complejo, más largo y placentero. La chica por la que vale la pena escribir esta historia. La chica Carl.