Akaashi siempre iba a la biblioteca de su padre por las noches a leer un poco. El hombre ya algo viejo le decía que volviera temprano porque más entrada la noche aquél lugar se volvía un poco helado, y el joven, como no, seguía las peticiones de su padre. Pero a todos se nos pasa volando el tiempo, y a éste ni siquiera se le pasó mucho tiempo leyendo algún libro, sino más bien enfrascado en la búsqueda de uno. Pero lo que encontró no fue un libro, sino más bien, a quien devoraba sus contenidos.