Tintes de otoño | completa

By ladyzanahorria

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«Emma es albina y está obsesionada con los colores, su único propósito de vida es poder vivir, así se acerca... More

Tintes de Otoño ©
Playlist.
Booktrailer
P r e l u d i o.
1. Carta recitada
2. Tara con cara de mala
3. Sendero de colores vivos
4. Cómo quiero vivir
5. El juego de la lista secreta
6. La Princesa del Sol y el Príncipe Azul
7. Una canción para recordar
8. Caty la durazno
9. Ella es Mía
10. Baile bajo la lluvia
11. Estrella de una medianoche
E s p e c i a l 1
12. Un momento de cada segundo
13. Patito
14. El lago de los cisnes
15. Polvo de estrellas
E s p e c i a l 2
16. Payasos
17. Un mundo ideal
E s p e c i a l 3
18. Un slow para esta noche
19. Palabras mexicanas
20. Mundo de sueños
21. Bajo el mar
22. Reposteras
23. Preguntas y subpreguntas
24. Dos voces... ¿una canción?
25. Azul y...
26. Día especial a ella
27. La señora Lewis
28. Buscando a los Owlman
29. Visita con el destino
E s p e c i a l 4
30. La princesa Disney
31. Partida
E s p e c i a l 5
Aviso avisador :)
32. Canción que late en el corazón
33. Adiós, Inglaterra
34. Tenía que pasar
35. Habrá una solución
36. Voz desenfrenada
37. La lluvia sana todo
E s p e c i a l 6
38. La feria de octubre
39. Intentando ando
40. Viejo tren
41. Chalalalalá
42. Noche de ¿brujas?
43. Noche de brujas
44. Todo inicio...
45. ...Tiene un final
E p í l o g o
¡Especial 10k!
Nota del autor
¡Especial 20k!

Especial Navideño

149 13 33
By ladyzanahorria

¡Lo prometido es deuda! Les avisé desde hace algún tiempo que subiría un bonito especial navideño para estas fechas y en Instagram la mayoría pidió que fuese este día, así que espero que reciba mucho, mucho amors.

Yo creo que este especial aviva lo que es la Navidad, la unión y a mí me dolió escribirlo, sentí cada cosita de los personajes.

¡Así que los dejo con Emma una vez más! Espero lo disfruten, así como yo disfruté de escribir y volver a estar con la albina aventurera.

🍁

La primera Navidad que pasé con una familia fue la mejor que tuve. Las navidades en el orfanato no eran memorables, Santa nunca llegaba y nunca recibía nada, nos acostábamos temprano y seguíamos con nuestras vidas normales.

Sin embargo, cuando los Celaya me adoptaron y pasé la primera Navidad con ellos, realmente sentí lo que llaman «espíritu navideño», recuerdo claramente ese diciembre.

Una tarde, mientras yo estaba sentada en la sala, observando lo que me rodeaba con cierto temor (porque para aquel entonces todavía no me sentía tan segura), llegó mamá con unas bolsas de compras, le costó a travesar la puerta por lo que recuerdo las mil groserías que soltó al aire.

Papá se levantó del sillón y se acercó a ayudarla. Entonces entraron y se sentaron junto a mí. Mamá resplandecía con una sonrisa, lo recuerdo perfectamente porque nunca fue de esas personas que sonriera siempre de esa forma.

Y me dio mucha alegría verla así.

Si a ella le gustaba la Navidad, decidí que a mí igual.

—Compré algunas cosas —dijo, abriendo las bolsas, de ella sacó un suéter de color rojo con un reno dibujado en el centro, su nariz era extremadamente roja y brillosa— este suéter es para Emma —dijo Zoé extendiendo el suéter en mi dirección mientras me lo enseñaba con fascinación.

Al principio me costó captar lo que estaba pasando, ¿a mí me había comprado algo? ¿Un suéter? Tenía entendido en que en Navidad se regalaban cosas, pero ¿antes?

Observé a mi nueva madre y a mi nuevo padre, me encogí de hombros y no supe qué hacer.

—Es para ti, Emma —susurró Adrián con una sonrisa y encogiéndose un poco para quedar a mi altura— tómalo.

Entonces extendí mi mano y tomé el suéter, la tela era gruesa y parecía ser muy abrigador.

Luego Zoé siguió sacando otros dos suéteres para ellos y adornos para colgar en toda la casa.

—Y para finalizar —dijo mamá alzando sus brazos con emoción—, mañana iremos a escoger el árbol.

—¿El árbol? —pregunté con la voz queda y sujetando el suéter.

Mamá y papá intercambiaron miradas.

—Claro —dijo Adrián con una sonrisa mientras acomodaba sus gafas sobre el tabique de su nariz—, el árbol de Navidad, ¿sí sabes...?

Antes de que pudiese terminar, asentí con la cabeza y apreté el suéter contra mi pecho.

—Es solo que creí que era una leyenda de los cuentos —murmuré con un deje de pena.

Adrián observó a Zoé con una sonrisa divertida y asintió con la cabeza.

—Pues mañana elegirás uno y lo decoraremos juntos.

Y así fue. Al día siguiente, como lo prometieron, me llevaron. Mamá insistió en llevar el auto, ya que sería demasiado exhaustivo y complicado (por no decir imposible) cargar con el árbol hasta la casa.

Sin embargo, papá logró convencerla de que ella se fuera en el auto y él y yo caminaríamos hasta la siguiente parada.

Caminar con papá siempre fue uno de mis mayores tesoros. Todos esos recuerdos los guardo en mi corazón y dejo que palpiten solamente para mí.

Bajamos una colina de pavimento y entonces lo vi.

Vi el lugar que se convertiría en el lugar de todos mis sueños, aventuras y vienes. El lugar que me rescataría de la tormenta gris y las tristezas, el que me estrecharía sus brazos para perderme en un mundo lleno de color.

Era un parque viejo, con algunas bancas y un sendero.

—Qué hermoso —musité al verlo.

Era una época del año fría, no nevaba, pero había muchísimas lluvias y los colores no eran tan vívidos. En ese momento no pude imaginarme cómo sería cada brillo en todas las estaciones del año.

Papá observó el parque y me sonrió.

—¿Te gusta?

No tuve tiempo de responder, pues él me llevó en dirección a éste y pude contemplar, por primera vez, el parque de cerca.

Recuerdo que la primera vez que crucé el Sendero de los Colores Vivos fue junto a mi padre, el día que compraría mi primer árbol de Navidad. Yo me sentí tan libre, como un hada. Era tan feliz en ese momento.

Gracias a papá conocí a mi salvación.

Cuando llegamos a la tienda, papá y mamá me tomaron de la mano y me pregunté si esto era sentirse amada, si eso era sentirse parte de una familia.

Así escogimos un árbol tan verde y vivaz que derritió mi corazón. Fue imposible que no me fijara en él si era el más verde de todos. Parecía tener más vida que el resto.

Esa misma tarde decoramos el árbol, sacaron cajas que tenían guardadas en el ático (el cual siempre me dio miedo) y comencé a observar los adornos que estaban dentro. Esferas relucientes, de colores, brillosas y mate. Mi corazón bombeó con tanta fuerza a causa de la emoción.

—¡Esto es asombroso!

Pero no fue más asombroso que colocar la estrella en el árbol. Ya estaba precioso, lleno de luces y colores, recuerdo que lo apreciaba con emoción cuando papá carraspeó detrás de mí, cuando me giré vi que cargaba con una estrella amarilla y reluciente.

—Qué bonita —murmuré, acercándome— el amarillo me gusta mucho.

Adrián rio y extendió la estrella hacia mí.

—¿Quieres ponerla? —preguntó.

—¿Dónde va?

Entonces señaló el pico adornado, yo asentí con entusiasmo, pero me percaté que era demasiado pequeña como para alcanzarla.

Antes de que pudiese decir algo, papá me cargó. Me elevé por los aires y primero mi respiración se cortó de golpe por el susto, pegué la estrella a mi pecho e intenté controlarme.

—¿Estás bien? —preguntó mamá, tomándome la mano.

Una vez que pude respirar con normalidad, asentí con la cabeza y observé mis pies que colgaban. Papá me acercó y pude colocar la estrella en lo más arriba.

Cada vez que creía que no podía ver algo mejor, ocurría algo que superaba lo anterior. Pero lo definitivo fue la víspera de Navidad. Cuando mamá hizo la cena y nos tomamos las manos mientras por la ventana podía verse la lluvia.

Ése fue el mejor momento. La unión familiar. Tuve que acostarme temprano, sin embargo, sin dormir. Sabía que debía hacerlo para que Santa Claus me visitara (tal como habían dicho mis padres) y, para no generarme tentación, le coloqué seguro a la puerta y me senté sobre la cama a contemplar por la ventana la lluvia.

🍁

—Primera Navidad sin Emma —murmuró Zoé, sentada en el sillón y contemplando el árbol.

Adrián no respondió, se sentó junto a ella y detuvo su mirada sobre la estrella amarilla.

—Sí —murmuró con las lágrimas queriendo escapar de sus ojos—, la primera vez que colocamos un árbol solos desde que llegó a nuestra vida.

Zoé se levantó y caminó hacia la cocina, preparó toda la mesa y quitó todas las cajas con galletas de distintos sabores. Desde la partida de Emma no hacía otra cosa más que repostería.

Cuando la mesa se hubo colocado, Zoé llamó a Adrián, quien sostenía el manuscrito de los primeros capítulos del libro que había empezado a escribir inspirándose en su hija, Emma.

—Ya voy, Musa —murmuró con tristeza y acariciando las hojas de su novela.

Cuando se sentó en la mesa y vio que toda la comida ya estaba servida, se acercó a Zoé y la abrazó por detrás.

—Emma siempre estará con nosotros —le susurró— superaremos lo que sentimos, pero nunca la olvidaremos.

Zoé asintió lentamente con la cabeza, aunque sentía una pena excesivamente grande dentro de su pecho.

—¿Sabes? —murmuró Zoé cuando estaba a nada de servir la cena— Emma iba mucho al parque, era su lugar favorito y... —se detuvo unos instantes, observó el cucharón de su mano y reprimió las lágrimas que comenzaban a salir de sus ojos— ¿Y si vamos a visitarla? ¿Cenamos con ella?

Adrián observó a su esposa y esbozó una linda sonrisa melancólica.

—Me parece una excelente idea. A Emma le gustaba soñar con los picnics.

Entonces colocaron la cena dentro de una cesta, se pusieron sus abrigos y salieron en dirección al parque. Ahí, en el Sendero de los Colores de la Vida, dejaron caer la tela y la cesta, acomodaron la cena y se sentaron. Observaron el cielo, ya era de noche y el sol no estaba, pero algo les indicaba que Emma seguía ahí.

Zoé y Adrián intercambiaron miradas.

—¿Emma? ¿Estás aquí, cariño? —preguntó Zoé al aire— Es Noche Buena y traemos la cena.

Zoé sintió una oleada helada junto a ella, contuvo su respiración y observó a Adrián, quien al instante sintió lo mismo.

Asintieron con la cabeza, pues sabían que su hija estaba con ellos.

Cuando terminaron de cenar y se sintieron mejor, con una paz abundando en su interior, sintieron unos pasos cercanos. Zoé giró su torso.

Ante ellos estaba Clark, con los ojos rojos de tanto llorar y una flor de Noche Buena en sus manos.

—Oh... señores Celaya —murmuró—, yo solo...

—Sabemos qué haces aquí —susurró Zoé, extendiendo su mano en dirección a él. Clark la tomó y se sentó junto a ellos.

No dijo nada. Permaneció con la cabeza gacha y lágrimas en los ojos.

—A Emma no le gustaría verte llorar, es Noche Buena —explicó Zoé, tomando la mano del muchacho—, ella está feliz, de eso estamos seguros.

Clark alzó la vista y observó los ojos verdes de Zoé, luego los de Adrián. Clark enjugó sus lágrimas y observó el cielo estrellado.

Pero Clark no fue el único que visitó a Emma aquella noche, pronto comenzaron a aparecer Tara, Jack y Peter. Luego las reposteras y Catalina. Ahí estaban todos, pensando en Emma.

La familia de Emma estaba reunida delante de ella, su espíritu se sentía satisfecho y feliz. No quería que le lloraran a ella, pues ella era feliz siendo lo que era, aunque en ese momento se percató de lo valiosa que llegó a ser en la vida de muchas personas.

Emma siempre los esperaría en aquel parque, en el otoño y en el sol.

—Porque ella es los tintes de un otoño —murmuró Clark, cerrando sus ojos y sintiendo un torrente helado.

Emma le había dado un beso en la mejilla y había regresado a su lugar, delante de todos para observar a cada uno de ellos.

Ella siempre los esperaría ahí.

🍂🍂🍂

Sinceramente espero pasen una increíble Noche Buena y Navidad y que hayan disfrutado de este pequeño obsequio que les puedo brindar por todo el apoyo que me han dado y a mi novela.

Puedo hablar por todos los personajes, por Emma, por Clark, Zoé y Adrián, por las reposteras, Caty, Tara y los hermanos Murphy y decir que los queremos un montón.

¿Les gustó este pequeño especial?

¿Los hizo sentir algo?

Me alegra mucho que hayan llegado hasta acá y que a día de hoy muchas personas sigan leyendo esta historia, casi todos los días me llegan nuevos comentarios, mensajes y votos. ¡Gracias por todo!

Nos leemos, pronto, mis Niños Perdidos.

¡Feliz Navidad!

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