Our Story

By PatoTorresBF

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Camila Cabello y Lauren Jauregui se conocen de prácticamente toda la vida, sin embargo nunca habían cambiado... More

Universidad Privada Benjamin Franklin. Capítulo 1.
Camila Cabello. Capítulo 2.
Lauren Jauregui. Capítulo 3
La reunión (parte 1) Capítulo 4.
La reunión (parte 2) Capítulo 5.
La reunión (parte 3) Capítulo 6.
Cara a cara. Capítulo 7.
Taylor Jauregui. Capítulo 8.
El juego. Capítulo 9.
Camila vs. Rachel. Capítulo 10.
Vacaciones. Capítulo 11.
Preparativos. Capítulo 12.
La subasta. Capítulo 13.
Casi año nuevo. Capítulo 14.
La charla y año nuevo. Capítulo 15.
Otro día de vacaciones. Capítulo 16.
Regreso a clases. Capítulo 17.
Confesión. Capítulo 18.
Al fin y al cabo amigas. Capítulo 19.
Declaración. Capítulo 20.
Los Williams. Capítulo 21.
El resto de la noche. Capítulo 22.
Golf. Capítulo 23.
¿Primera vez? Capítulo 24.
Primera vez (Parte 1) Capítulo 25.
Primera vez (Parte 2) Capítulo 26.
Celos, conversaciones y amigas. Capítulo 27.
Días increíbles. Capítulo 28.
El inicio de la tormenta. Capítulo 29.
Tatuajes. Capítulo 30.
Secretos detras de las puertas. Capítulo 31.
Escape. Capítulo 32.
Entre la vida y la muerte. Capítulo 33.
Testamento y alumna nueva. Capítulo 34.
Otro de mis días sin ella. Capítulo 35.
Retorno. Capítulo 37.
Sentimientos. Capítulo 38.
Verdades. Capítulo 39.
Como si fuera la primera vez. Capítulo 40.
Promesa. Capítulo 41.
Propuesta. Capítulo 42.
Después de la propuesta. Capítulo 43.
El gran día (parte 1). Capítulo 44.
El gran día (parte 2). Capítulo final.
Agradecimientos.

Florencia. Capítulo 36.

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By PatoTorresBF

–Buen día señorita, llamamos del hotel Il Salviatino –escuché del otro lado del teléfono a una mujer con un perfecto acento italiano –Llamaba para confirmar la reservación del próximo sábado.

–Oh, cierto –había olvidado la reservación en el hotel de Florencia –Confírmela por favor –dije segura aunque por dentro dudaba.

Después de la llamada me quedé pensando sentada en la silla de mí ahora oficina.

Camila y yo habíamos hecho un plan antes de que ella se fuera, lo único que esperaba era que ella no lo hubiese olvidado.

– ¿Y crees que ella irá? –preguntó Dinah sentada del otro lado del escritorio.

–No lo sé pero nada pierdo en ir –dije antes de un largo suspiro.

– ¿Qué le dirás? Claro, si la ves –miraba el blanco techo de mi oficina y jugaba con el bolígrafo de entre mis manos.

–Eso tampoco lo sé, no quiero planear un discurso porque al final sé que no diré nada pero por lo menos me gustaría que me explicara el motivo de su partida –miré a mi amiga y la vi en su móvil.

–Lo lamento, tengo que ir a ver a Normani –se puso de pie.

–Bien, nos vemos mañana –nos despedimos y se fue.

Llevar una compañía y dos carreras era agotador pero aun así me gustaba todo eso. Taylor y yo estábamos planeando trabajar con las cintas que papá le dejó a mi hermana. Eran fragmentos de entrevistas a varios músicos de diversos géneros. Habíamos decidido que una película con ello sería genial; mis estudios en artes escénicas me servirían de algo.

–Señorita, su hermano quiere verla –anunció mi secretaria abriendo la puerta.

–Que pase –baje los papeles que tenía en la mano y vi a Chris entrar.

–Lauren, necesito que me firmes estos papeles –al acercarse a mi noté que su aliento apestaba a alcohol.

–Chris, te he dicho que no aceptaré que vengas a trabajar en este estado –me puse de pie.

–No soy tu maldito empleado –se puso a la defensiva como lo venía haciendo desde hacía unas semanas.

Su apego a la bebida cada vez iba en aumento, a tal grado que Cinthya me pidió ayuda para hacer entrar en razón a mi hermano después de una discusión entre ellos.

Sabía que mi hermano quería a la chica pero también seguía siendo un chico de casi 19 años y no estaba listo para muchas cosas en ese entonces.

–Lo siento pero lamento decirte que si lo eres –su rostro se oscureció.

–Yo lamento que mi padre te haya vendido tiempo atrás, ahora todo sería distinto y él no intentaría compensarte con todo esto… –abrió las manos señalando dentro de la oficina –…aun después de muerto –intentaba no tomarle importancia a sus palabras cuando estaba bebido pero no podía evitarlo –Sé que esto no es lo que tú quieres –parecía calmarse un poco.

–Tienes razón pero esto es lo que nuestro padre quería –dije mirando sus pupilas dilatadas.

–Él siempre intentaba compensar que tu no… –pensó en sus palabras y sacudió ligeramente la cabeza –No importa ya. Necesito los papeles –señalo las hojas en mis manos.

– ¿Qué yo no qué? –fruncí el entrecejo e inconscientemente recordé a Camila pasar las yemas de sus dedos sobre mi rostro y de cierta forma me relajé. Apoyé los papeles en el escritorio y los firmé –No me dirás ¿cierto? –el negó y le entregué los documentos.

–No soy el que debería hacerlo –antes de poder preguntar algo más, salió a toda prisa.

Desde los tres meses la partida de Camila, mis días parecían eternos y más difíciles sin mencionar absurdos. En tan relativamente poco tiempo, sentía que todo había cambiado de manera drástica e incluso me parecía poco creíble ver a Taylor tratando de aprender a patinar o jugar voleibol, Dinah y Siope terminaron, él y yo dejamos de hablarnos, Normani parecía estar a punto de establecer una relación con un buen chico, mi madre estaba a punto de mudarse a Francia por unos meses, notaba a la Nana un poco rara esos días pero ella fingía que nada pasaba aunque yo no sabía con precisión de que se trataba, Ally y Troy parecían muy felices, los padres de Camila estaban considerando mudarse a Miami según mi mamá, Chris me odiaba y amaba la bebida, por ultimo estaba yo y no tenía nada de lo que me gustara alardear y tampoco quería remarcar que había una mujer a la que extrañaba de manera aterradora pero lo que podía aceptar era que yo estaba cambiando pero no sabía exactamente en qué forma.

–Nos hubiera gustado festejar tu cumpleaños contigo presente pero si no hay más remedio entonces brindaremos en tu nombre –bromeó Theo con una linda sonrisa mientras abrazaba su novia.

–También me gustaría estar aquí pero de verdad quiero y necesito ir a Italia –todos estábamos en el comedor de la escuela, era viernes y saliendo de ahí dejaría todo preparado en la oficina para abordar el avión por la noche.

Mis amigos sabían del por qué quería ir hasta allá y parecían apoyarme aunque al igual que yo, temían que volviera más rota, si es que era posible.

–Buenas noches señorita –la mujer en el aeropuerto recibió mi boleto, el mismo que había tenido Camila en sus manos el día de su cumpleaños –Que disfrute del viaje –me sonrió y yo le devolví el gesto amablemente.

Viajar en primera clase era todo un lujo y agradecía poder disfrutar de eso cada vez que viajaba.

El asiento era individual y podía contar a siete personas más en la mis zona, todas concentradas en sus portátiles, libros u otras cosas.

Mis nervios aumentaron con las casi once horas de vuelo por lo que al bajar del avión sentí mis piernas temblar.

–Señorita Jauregui, bienvenida –el chofer de un auto me saludó y amablemente tomó mi valija cuando un asistente del aeropuerto la acercó a mí.

El servicio era eficiente y eso me agradaba. El auto aparentemente había sido un gesto de Francis.

Era muy temprano por la mañana cuando salimos del aeropuerto, pasamos por el hermoso centro de la ciudad y unos pocos minutos después estábamos al pie del hermoso hotel.

La fachada era preciosa, el hombre que me ayudó bajar del auto era apuesto y trabajaba para el hotel.

–Buongiorno–saludó con una sonrisa he hice lo mismo.

–Buongiorno–tomó mi valija y subimos las escaleras que nos llevaría hasta la hermosa entrada del edificio.

El lugar parecía clásico y contemporáneo pero moderno al mismo tiempo, perfecto para no desentonar con el espíritu de la ciudad del arte.

Después de registrarme en recepción me dirigí a mi habitación y vi que en definitiva había hecho una buena elección con el lugar para hospedarme aunque me faltaba alguien.

El día estaba perfecto con el calor necesario así que decidí cambiarme de ropa para ponerme un vestido rayado de color blanco y negro, delineé mis ojos un poco con negro y los demás lo dejé en un tono natural. Tomé una pequeña mochila negra que colgaba de mi espalda y bajé al comedor.

Disfruté de un delicioso café con crema y un poco de fruta.

– ¿Te molestaría si me siento contigo? –una chica castaña, casi rubia y de piel blanca se acercó a mí.

–Por supuesto –al responder vi una linda sonrisa.

–Soy Caroline –me ofreció su mano en forma de saludo.

–Lauren –respondí sonriendo de vuelta.

Un hombre se acercó a ella y le dio un desayuno igual que el mío.

–Te vi en el avión –dijo de repente cuando yo bebía de mi café –No es que te estuviera acosando o algo parecido pero te vi de casualidad y no pude observar que leías uno de mis libros favoritos –llevó un poco de fruta a su boca.

– ¿Hablas de las ciudades invisibles? –ella sintió.

– ¿Es la primera vez que vienes a Florencia? –su acento me decía que ella no era de aquí sino más bien parecía ser de los alrededores.

–Sí, ¿y tú? –bebí una vez más de mi delicioso café.

–No, vengo muy seguido en realidad pues soy de España y escribo artículos sobre museos y atractivos culturales –me explicó.

–Eso suena interesante –le dije mientras veía sacar una bloc de hojas no tan grande ni tan pequeño.

Me lo ofreció y estaba leyendo unas notas sobre un museo de New York.

–Viajo mucho pero definitivamente este es mi lugar preferido –levanté mi mirada para verla y sus ojos observaban por la gran ventana frente a ella.

–Eres  muy buena en esto –le regresé el bloc y ella se encogió de hombros.

–Siempre supe que quería hacer algo como esto y para mi es gratificante.

Charlamos durante bastante tiempo y fue tan agradable que al mirar el reloj era pasado de medio día.

–Lo lamento pero tengo que ir a un lugar –me puse de pie sutilmente.

–Cierto, igual yo –se puso de pie frente a mí.

Luego de que coincidimos que íbamos a lugares cercanos decidimos ir a pie pues el centro de la ciudad no estaba tan apartado.

–Bien, te dejo aquí –me sonrió e hice lo mismo.

–Nos vemos –nos despedimos con un beso en la mejilla.

Suspiré largo viendo el David de Miguel Angel.

Ahora sólo era cuestión de esperar.

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